agosto 10, 2012

NÚMEROS PARA TENER EN CUENTA

LOS RECORDS DEL AUTOMOVILISMO ARGENTINO

EL AUTOMOVILSIMO ARGENTINO tiene unpar de records que en su momento “SPRINTER” en la TEMORADA 93 PUBLICO en la REVISTA CORSA.-

Aquì transcribo el TEXTO ORIGINAL para los seguidores de mi blog


A lo largo de la historia del automovilismo argentino, uno de los ingredientes más interesantes para el aficionado, ha sido siempre el promedio establecido por un piloto y su máquina entre dos puntos, especialmente en la época que se unían pueblos y ciudades.

El Gran Premio que recorrió no solo nuestro país, sino estados vecinos, llegando a Caracas, marcó fundamentalmente ese interés de los aficionados, en saber tiempo y especialmente el promedio, el queda prueba de la velocidad.

Rastreando en los archivos, surgen detalles sobre el tema. Pero cabe consignar que en algunos casos queda la duda de los registros oficializados, sobre todo en los comienzos del automovilismo argentino, cuando los elementos para tomar tiempos y obtener las mediciones del kilometraje, podían adolecer de algunas imprecisiones.

¿Quién fue, por ejemplo, el primero en superar los 100 km/h de velocidad? ¿Quién los 200? ¿Cuáles fueron los registros más elevados en circuitos de tierra o asfalto, en carreras de rutas, ya sea en etapas, o competencias tipo Gran Premio y también en pruebas clasificatorias?

Surgen informes interesantes. Por ejemplo, que Juan Manuel Fangio fue el primero en pasar los 200 km/h cuando en las pruebas de clasificación de las 500 Millas de Rafaela, pasó los 207 km/h con la Talbot-Lago 4500, seguido de Froilán González, a 205 km/h. Muchos se habrán olvidado de Sáenz Valiente y sus fabulosos promedios con la Ferrari 5 litros en la década del '50, y pocos recordarán también que el primero, oficialmente, en pasarlos 200 km/h en el TC (aunque en un kilómetro lanzado) fue Ernesto Petrini con su coupé Ford en 1955, aunque ese honor para una carrera, lo ostenta Dante Emiliozzi en Necochea, en 1963. Vayamos por partes.


PRIMERO FUERON LOS 100
Las pruebas de kilómetro lanzado eran tradicionales en los albores de nuestro automovilismo. El 25 de octubre de 1909, Pablo Givert, con un Dietrich de 120 HP, en un tramo de 1000 metros entre San Justo y Morón, marcó el muy buen promedio de 146,341 km/h, al registrar 24 segundos 3/5 para el trayecto.

En 1917 Jorge Perín con un Brasier en un tramo asfaltado de la hoy localidad de Florida, llegó a 118,100 km/h, y en 1920, "Macoco" Alzaga Unzué en el campeonato de la milla marcó con un Ford, la media de 126,976 km/h. Pero, en una carrera completa aparece el nombre de Juan Masoero con un Dodge, registrando un promedio de 105,252 km/h en una prueba sobre 270 kilómetros que abarcó Rafaela, Sunchales, San Francisco y regreso a Rafaela. Esto sucedió en 1920.

Un año después, en el "campeonato del kilómetro" organizado por el ACA, Alejandro Shoega con un Packard alcanza la tremenda media de 166,866 km/h. En un Gran Premio, el primer piloto en superar la barrera de los 100 km/h, desde que esta prueba se iniciara en 1910, fue Raúl Riganti con su Hudson, en la edición de 1927. Marcó 105,421 km/ h en la tradicional ruta a Córdoba, lo que significaba para la época, que "andaba más rápido que el tren...".


LOS 200 Y ALGO MÁS
El honor de pasar la barrera de los 200 km/h, al menos en una vuelta de clasificación, fue para Juan Manuel Fangio el 23 de diciembre de 1950 en el viejo circuito de Rafaela de 8.000 metros con la Talbot-Lago de 4.500 crn3. El balcarceño marcó en clasificación 207,990 km/h y Froilán González fue segundo, con una media de 205,256 km/h.

Le correspondió a Carlos Pairetti en 1968, ganar una carrera completa de pista (en Rafaela) a un promedio de 217,226 km/h al comando de un auto de Mecánica Argentina F.1 con motor Chevrolet y con una vuelta en clasificación de 227,743 km/h. El óvalo santafesino pasaría a ser, hasta hoy, el escenario más veloz de toda a historia del automovilismo argentino cuando vinieron los norteamericanos, en oportunidad de las 300 Millas Indy en 1971.


RÁPIDO POR LAS RUTAS
Lo de Pairetti fue en circuito cerrado, pero en ruta el honor de pasar "los 200" le correspondió a Enrique Díaz Sáenz Valiente, en la Vuelta de Tres Arroyos (corrían juntos los Sport y los TC) en 1954, con una Ferrari 4,5 litros, con la que estableció una media de 212,136 km/h.

Al año siguiente, el mismo Díaz Sáenz Valiente, pero con la flamante Ferrari 5 litros que había adquirido, en el mismo escenario lleva el registro nada menos que a 234,712 km/h y en una de las dos vueltas estableció 236,464 km/h. Como comparación cabe destacar que el ganador de TC fue Juan Gálvez cuyo promedio fue de 185,377 km/h.

Un aspecto para recordar de esa carrera, es que Sáenz Valiente sufrió muchísimo al pegar en su auto (y en su casco) varios pájaros que ante tamaña velocidad no podían escapar ante el paso raudo de la Ferrari. Ese mismo año, Sáenz Valiente con la misma Ferrari 5000 estampa un registro de 255,682 km/h, asombroso para la época. Y en TC, ese mismo día, Ernesto Petrini alcanza los 205,507 km/h, lo que significa, oficialmente, que es el primero de su categoría en pasar los 200 aunque es probable que por entonces algunas cupés ya estuvieron sobre ésa cifra en algunos tramos.

Dante Emiliozzi, con su famosa "Galera", en la Vuelta de Necochea de 1963 pasa a la historia dentro de la categoría, al ser el primero en ganar a más de 200 km/h. Su registro fue de 203,526 km/h.


CASI 280 EN RAFAELA
Y llegamos a la velocidad promedio más alta registrada en un escenario de nuestro país: Rafaela. En 1971 nos visitan los pilotos norteamericanos para las 300 Millas, "Raphy" con autos de "Indy" (los hoy difundidos Indy Cars), lo que constituyó un verdadero acontecimiento. Era la primera vez que esta categoría salía fuera de EE.UU. y el Club Atlético de Rafaela realizó una tarea extraordinaria.


Volando a mas de 350 km/h en las rectas, era natural que el promedio para la vuelta fuera récord, aunque hay que recordar que los pilotos norteamericanos manifestaron que como las rectas de Rafaela eran mas extensas y las curvas más redondeadas que las de Indianápolis, no podían tirar tanto tiempo hasta llegara las dos curvas, puesto que ello implicaría aumentar la presión del turbo. Significaba el riesgo de romper todo, y de allí, que en clasificación, Lloyd Ruby "apenas" llegó a los 278,861 km/h.


La prueba se corrió en dos series -puntuables para el campeonato de EE.UU.- y el ganador de ambas resultó Al Unser, con un Colt-Ford a 249,190 km/h, registro que junto al récord de clasificación de Ruby son los más altos de la historia del automovilismo en nuestro país.


Rafaela siempre tuvo los promedios más altos. Luego de aquellos 207 km/h en clasificación de Fangio con la Talbot (realizados en 1950 con piso de tierra), ese autódromo fue pavimentado en 1966, ganando Jorge Cupeiro. Si bien José Varisco marcó 204,020 como récord en carrera, Cupeiro vence a 188,484 km/h.


Para las clásicas 500 Millas, el récord de carrera correspondió a Pairetti, a 217,226 km/h en 1968, mientras que en distancia más cortas, Ángel Monguzzi con el Pianetto-Dodge establece en 1977 una marca de 241,977 para una vuelta, y 242,539 km/h en clasificación, el más alto promedio para autos nacionales en esta prueba, aunque el mismo vence a 228,601 km/h.


En noviembre de 1973 se realizó otra fecha de la Mecánica Argentina Fórmula 1 en el óvalo. Ese fin de semana se registra el récord aún vigente. En la clasificación Néstor Jesús García Veiga (Berta-Tornado) establece una media de 249,222 km/h. Mientras que la carrera la ganó Jorge Bianchi, quien además es autor de un récord de vuelta que también quedó en la historia: 248,476 km/h.


En 1976 Luis Di Palma (Berta-Tornado), se impone a un promedio general de 232,213 km/h, pero en una prueba de sólo 213 kilómetros. Siempre utilizando el célebre óvalo, hoy en lamentable desuso ya que sólo se corre en el circuito "Ing. Báscolo", más corto y lento.


Rafaela, por sí misma demanda una nota aparte. Pero estos datos generales dan una idea de los promedios más elevados en el automovilismo argentino, al menos oficialmente y siempre teniendo en cuenta en algunos casos, los probables errores de medición, sobre todo en los primeros tiempos...

La nota fue publicada en la edición Nº 1389 de CORSA de marzo de 1993.

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