CAPITULO 3: EL DIA
QUE MARADONA PUDO SER JUGADOR DE TALLERES DE CORDOBA (MIERCOLES 4 DE JUNIO DEL
2018)
¿Mito?, ¿Leyenda?,
¿Realidad?, se comento durante mucho tiempo que DIEGO ARMANDO MARADONA estuvo a
un paso de ser jugador de TALLERES DE CORDOBA.
Para clarificar un
poco el panorama de todo esto transcribo el texto de Página 12 al respecto:
El Dios Google no es
todopoderoso. Aunque se escriban las palabras clave para armar el rompecabezas
Maradona-Talleres, es imposible conseguir todos los datos de una historia que
parece invisible hasta para el universo Internet.
¿Fue Talleres de
Córdoba el primer club en querer comprar el pase de Diego Maradona? ¿Sucedió a
fines de 1976 la charla entre Amadeo Nuccetelli, el histórico presidente de
Talleres, y el jugador de todos los tiempos? ¿O el interés del club cordobés
nació por primera vez en 1978, tres años antes de que Víctor Hugo Morales
relatara su primer partido en Argentina, el día en que Maradona debutó en la
Bombonera, justamente, contra Talleres: con dos goles suyos, Boca ganó 4 a 1?
¿O será que la vez que decididamente Maradona estuvo a punto de ponerse la
camiseta azul y blanca fue en 1980, seis años antes de que el gran relator
uruguayo consagrara con una frase lo que todos, sin excepción, reconocerían
después del partido del Mundial 86 entre Argentina e Inglaterra: “Arranca por
la derecha el genio del fútbol mundial…”?
En tiempos de
futbolistas identificados durante años con un club, lejos de la Europa de
puertas abiertas por la ley Bosman (Jean-Marc), sin petrodólares gobernando en
el fútbol, sin el mercado chino, un club de barrio podía prolongar los partidos
de su figura con la camiseta de siempre. Y si bien en el mar argentino el gran
pez era Maradona, antes del interés de River, del precontrato con el Barcelona
y de la venta a Boca, hay un kilómetro cero en la posibilidad de que Diego se
fuera del equipo de Argentinos Juniors.
“Talleres ya tenía el
tema resuelto, con la aprobación de Maradona”, dice Hugo Huergo, un ex
dirigente cordobés que negoció directamente con Diego. Casi cuatro décadas
después, le detalla a Enganche por teléfono el momento exacto en que Maradona
le dijo que sí: “Fui a donde se concentraba la Selección y hablé con Diego en
su habitación. Yo estaba sentado en la cama de Passarella y Diego me dijo que
si Próspero Cónsoli (el presidente de Argentinos Juniors) ya lo había aprobado,
él jugaba para Talleres”. Ese diálogo se produjo en mayo de 1980, dos años
después de que Talleres lo intentara comprar en 1978, según el diario Tiempo de
Córdoba. Si el aleteo de una mariposa es capaz de cambiar el destino de la
humanidad, ¿qué hubiese pasado en el ecosistema de la pelota si se producía una
metamorfosis en la biografía del personaje más emblemático del fútbol
argentino? Algo así como pensar hoy qué hubiese pasado si Newell’s o River
hubieran financiado el tratamiento con hormonas para que Messi creciera unos
centímetros. Leo se pinchó sus piernas en Barcelona y Diego jugó un año en
Boca, en 1981, antes de pasar al club catalán por 13,7 millones de dólares.
Pero antes, en la
prehistoria de la versión europea de Maradona, Talleres, que tenía un equipazo,
lo pudo haber tenido todo. Esta crónica pretende aportar las versiones y hasta
un documento de archivo inédito que demuestra qué tan cerca estuvo Nuccetelli
de completar su propio álbum.
Es el 11 de diciembre
de 1976. Hace 52 días que el pibito Maradona –ya no es “Caradona”, como lo
rebautizó Clarín el 28 de septiembre de 1971, cuando en sus páginas escribía
sobre el pequeño crack que deslumbraba en Los Cebollitas-, le hizo un caño a
Juan Domingo Cabrera, futbolista de Talleres. La jugada que no fue televisada
jamás hubiese quedado inmortalizada, de no ser por un detalle: fue la primera
pelota que tocó en Primera el chico de 15 años y 355 días que se convertiría en
el Hombre.
Gladys Capodaqua es
la viuda de Nuccetelli, quien falleció en 2007. Con su tonada cordobesa le
explica a Enganche qué significaba Maradona para su marido, aunque se excusa de
dar precisiones porque el tiempo, dice, le hizo olvidar fechas y diálogos que
alguna vez supo de memoria: “Amadeo estaba dispuesto a pagar un millón de
dólares por Diego. Fue su espinita. Imaginate cómo quedó con el tiempo, cuando
después Maradona se convirtió en un monstruo”.
Talleres era el gigante
del Interior que se codeaba con los equipos grandes, con sus talentosos
jugadores y con una idea aún más importante: comprar a Maradona. Nunca llegaron
a firmar un contrato ni a oficializar la oferta, pero Gladys conserva una foto
en la que Nuccetelli está sentado y Diego, de pie. Es en el hotel Crillón de
Córdoba, lejos de las tribunas en la que los hinchas de Argentinos Juniors
declamaban su postura: “Maradona no se vende, Maradona no se va, Maradona es
del barrio, del barrio La Paternal”.
Nuccetelli construyó
un Talleres exquisito, una máquina de fútbol a la que solo le faltó la vuelta
olímpica a nivel nacional. Y un futbolista: “A todos los jugadores que quise
traer, los traje. Menos a Maradona”, se lamentó alguna vez. El 22 de mayo de
2005 La Voz del Interior publicó una nota sobre la vez que Diego pudo ser de
Talleres en 1976, donde cita a quien fuera presidente de Talleres entre 1974 y
1987: “Fui el primero que le hizo una oferta a Próspero Cónsoli, el presidente
de Argentinos Juniors, por el pase de Maradona. El debut de Maradona fue justo
con Talleres (…) Lo vi jugar ese día y me enloqueció, me impactó, por eso quise
traerlo”. Sobre la supuesta oferta de 1,3 millones de dólares del club
cordobés, dijo: “(Los dirigentes de Argentinos Juniors) no contraofertaron.
Sólo dijeron que no aceptaban ese precio. Entiendo que fue un buen
ofrecimiento. Al poco tiempo Boca se metió en el medio y eso, en cierto modo,
me achicó”.
Es enero de 1979.
Talleres acaba de perder la semifinal del Nacional de 1978 contra
Independiente, un verdugo repetido: en el Nacional anterior el equipo de
Avellaneda le había ganado una final insólita: después de estar 1-2 en Córdoba,
con ocho jugadores consiguió el empate que le dio el título al club y la llave
de la AFA a Julio Grondona, como cuenta Claudio Gómez en su libro El Partido
Rojo (editorial Planeta, 2017). Los dirigentes cordobeses ya no saben qué hacer
para que Talleres salga campeón. En la mesa está César Menotti, que aunque dejó
a Diego afuera del Mundial 78 sugiere que sus amigos dirigentes compren al 10.
La historia está
contada en la revista Goles de la semana posterior a la semifinal del 78 con el
título “¿Compran a Maradona?”. En ese recuadro perdido que habita en las
hemerotecas, se detalla: “Año nuevo, Talleres nuevo. Quizá, y a pesar del
abatimiento por la caída ante Independiente, el Talleres de mañana haya
empezado a gestarse esa misma noche del miércoles en Córdoba. (…) Casi
obligadamente los comensales de esa noche (…) advirtieron que un jugador con
las características de Diego Maradona no sólo sería un lujo para el equipo,
sino que también sería una inversión: ¿quién sería capaz de no verlo a Maradona
en Talleres?”.
Es el 7 de mayo de
1980. Huergo negocia el pase de Maradona, pero no es el único. Hay otros
dirigentes cordobeses que viajan a Buenos Aires para cerrar la Operación.
Internet no atesora lo que sí aparece publicado el 6 de mayo en el diario
Tiempo de Córdoba. El hallazgo periodístico es de Gabriel Incardona,
investigador de la historia de Talleres. La joya encontrada es tan reciente que
el autor del libro del Centenario de la T ni siquiera llegó a publicarla. Pero
ahora, ante la consulta de Enganche, entrega un papiro para esta historia: “Talleres
quiere a Maradona”, titula el único diario que registró el episodio. El
contenido no tiene desperdicios: “Como se sabe, el número diez de la selección
nacional, considerado unánimemente como el mejor jugador del mundo, firmó hace
pocos días un contrato proforma con el Club Barcelona de España. (…) Tiempo de
Córdoba logró dialogar con varios dirigentes que se reunieron anoche en el
hotel de la primera cuadra de calle Rivadavia y pudo establecer el siguiente
cuadro de situación. Talleres inició un estudio y/o análisis de factibilidad
con miras a la adquisición de Diego Armando Maradona. Para ello encabezaría una
lista donde confluyan lo capitales y aportes destinados a tal fin. También
anoche, Radio Rivadavia de la Capital Federal estableció un dúplex poniendo en
línea al vicepresidente de Argentinos Juniors, señor Segura, y al dirigente
tallerista Oscar Gezzi. Y fue así que telefónicamente quedó realizado el primer
contacto a nivel oficial. (…) Lo cierto es que Talleres vuelve a la carga sobre
una transferencia que ya supiera intentar hace dos años (único pedido serio
efectuado en su momento a Argentinos Juniors por Maradona, reconocido por los
dirigentes porteños)”.

Huergo insiste en que
ya estaba todo planificado: “La idea era lanzar un bono entre mil allegados o
hinchas de Talleres para que pusieran la plata”. El dato lo confirma Hugo
Bertinetti. Según este amigo íntimo de Nuccetelli y colaborador de Talleres
entre 1975 y 1981, la génesis del proyecto más alucinante de un equipo cordobés
tuvo epicentro en el hotel Crillón, donde la comisión directiva de Talleres
escuchó el discurso del presidente del club. “Menotti le dijo a Amadeo que lo
comprara a Maradona”, señala. El entonces entrenador de la Selección argentina
tenía un objetivo: que sus jugadores no se fueran al exterior, para poder
entrenar con ellos cuando quisiera. Atento a hurgar en el recuerdo sin caer en
la trampa de las bifurcaciones del tiempo, Bertinetti refuerza el dato del bono
(“como se hizo para adquirir a Daniel Valencia y a Antonio Alderete”) y agrega
una pista: “El Banco Rural estaba dispuesto a darle descubierto a Talleres para
comprar a Maradona”. También dice que Nuccetelli habló “varias veces con
Próspero Cónsoli”.
Aunque se reunió con
el presidente de Argentinos Juniors en el hotel Plaza de Buenos Aires, Huergo
parece confundido con las fechas, pero dice recordar con nitidez la vez que fue
a la concentración de la Selección, antes de que el equipo de Menotti
emprendiera una gira por Europa: “A Maradona no le caía mal la idea de jugar en
Talleres. Me dijo ‘bueno, puede ser, ¿pero cuánto?’. Le dije el monto y estaba
de acuerdo. Salí con todo listo, tenía cerrada la operación. No me hacía falta
el avión para ir a Córdoba. De la alegría podría haber ido corriendo. Pero al
final se pudrió todo. La economía del país era un desastre”.
Omar Vercellini fue
empleado de Talleres desde 1977 y ahora es allegado al actual presidente,
Andrés Fassi, dice que en aquella época Talleres tenía cuatro número diez.
“Pero Amadeo quería sí o sí a Maradona”, subraya vía telefónica. Lo mismo
repasa el vicepresidente de ese momento, Rogelio Egea. Sin embargo, en
Argentinos Juniors, el club donde nació la Leyenda, no hay huellas de este
caso. “En ningún momento se acercó nadie de Talleres a pedir por Diego”, dice
sin titubear Miguel Ángel Marotti, que desde 1962 se desempeñó como secretario
de prensa y relaciones públicas en el club de La Paternal. Aún colaborador,
concede: “Pudo haber sido de sottovoce, pero oficialmente no hubo nada”.
Tampoco recuerda los intentos de Talleres, Rodolfo Fernández, considerado el
hincha más fanático de Argentinos Juniors por una encuesta que hizo una
publicación partidaria. Fernández dice que conoció a Maradona desde que llegó a
los Cebollitas, y a pesar de saber “su obra completa con la camiseta del
Bicho”, no registra en su memoria el interés de Talleres.
Epílogo. “Vale 10
palos verdes, se llama Maradona…”. El hit que se escucha los domingos en las
canchas argentinas no lo canta la hinchada de Talleres. Son los de Boca, que
disfrutan todavía de Maradona, que a principios de 1982 será jugador de
Barcelona. Y después rey de Nápoles. Y será la mano de Dios, el genio del
fútbol mundial, el tobillo hinchado que asiste a Caniggia (Claudio), el hombre
al que le cortaron las piernas. Y volverá a Boca. O Nuccetelli logrará por fin
convencer a Maradona de que juegue para Talleres y entonces quién sabe qué
pasará con ese hermoso y cautivante aleteo de mariposa.
POR MARCELO RODRIGUEZ