FALLECIO HOY MIGUEL ANGEL RUSSO
HOY MIERCOLES POR LA TARDE FALLECIO MIGUEL ANGEL RUSSO DT DE BOCA, EL INFORME DE "BOL VIP":
Son miles. Miles y miles. No existe forma de dimensionar cuántos jugadores pasaron por su mirada y recibieron sus indicaciones. Más
de 1.000 partidos con el buzo puesto, 17 equipos diferentes (en varios
con tres, cuatro y hasta cinco etapas), 11 títulos entre nacionales e
internacionales, más de 25 años de carrera. Sonrisa perfecta,
cutis bronceado, frases que quedaron en la historia. “Son decisiones”,
supo afirmar y luego reírse de su elegante forma de salir del paso. Miguel Angel Russo será siempre recordado como uno de los entrenadores con más trayectoria y liderazgo del fútbol argentino.
Es difícil encontrar un momento en el que Miguelo no haya estado trabajando. Su salida de San Lorenzo y su llegada a Boca
para iniciar su tercer ciclo en el Xeneize es apenas una muestra de lo
codiciado que siempre fue tenerlo como líder de grupo. En los últimos
años, solo estuvo sin trabajar algunos meses en el 2022, cuando se fue
del Al-Nassr en junio y en diciembre firmó para Rosario Central.
“Si
me vienen a buscar, es por algo. Algo debo tener para conseguir trabajo
durante tanto tiempo y que me vuelvan a buscar de los lugares en que
estuve”, dijo cuando su carrera recién estaba comenzando. Nada cambió.
Ni
siquiera dejó de trabajar cuando tuvo que afrontar uno de los momentos
más difíciles y que nada tuvo que ver la pelota: en 2017 y mientras
dirigía a Millonarios de Colombia, le diagnosticaron
cáncer de próstata, que superó prácticamente sin dejar de trabajar. ¡Si
hasta fue campeón! Dos días después de una sesión de quimioterapia, dio
la vuelta olímpica en el Torneo Finalización 2017, cortando una sequía
de cinco años.
“Es
como si la enfermedad nunca hubiera entrado en mi cabeza, no el valor
de la enfermedad sino la dimensión de todo eso. Sí le tuve respeto, hice
caso a los médicos y, de menor a mayor, la fui superando”, dijo en una entrevista en Infobae. “El mundo con este tipo de enfermedades hace un drama, y eso es lo peor”.
Esa fue su manera de enfrentar sus problemas de salud. No se dejó
llevar por delante y a los 60 años mantuvo ese espíritu inclaudicable.
No
solo fue campeón en el 2017 en Colombia, sino que en el 2018 volvió a
celebrar, esta vez en la Superliga, venciendo en la final en el clásico
ante Atlético Nacional. Tras su salida del equipo colombiano, y aunque
ya sonaba en Boca, decidió firmar con Alianza Lima de Perú.
Meses después sí tuvo su regreso al Xeneize, en plena pandemia, algo
que tampoco logró poner su carrera en suspenso. Un hombre fiel a sí
mismo, de carácter, que no se dejó amedrentar ni por la enfermedad más
cruel.
Lo quieren en Central, en Vélez y en Boca. En Lanús y, por supuesto, en su Estudiantes querido.
¿Habrá algún DT querido por tantos equipos? Es que en cada uno escribió
páginas de gloria. En el Pincha, claro, lo hizo primero como jugador:
siendo un duro volante central, vistió únicamente la camiseta del León
platense durante toda su trayectoria: 432 partidos oficiales.
Nacido
en Lanús el 9 de abril de 1959, debutó en 1975 con la camiseta de
Estudiantes, que en aquel tiempo estaba bajo el mando de Carlos Salvador Bilardo, el mismo que años más tarde tuvo que tomar la dura decisión de dejarlo afuera de la lista de buena fe del Mundial 86 (“Carlos me dijo que lo iba a odiar, pero el día que seas técnico, lo vas a entender”, contó que le dijo el DT).
Se retiró 13 años después del debut, en 1988 luego de celebrar dos títulos: el Metro 82 y el Nacional 83,
dirigido por quien años después lo acompañaría en la dupla técnica y en
el mismo club, para ser campeones y ascender: Eduardo Luján Manera.
Tenía apenas 31 años pero no pudo más con los problemas de rodilla. Se
fue a Europa y se pasó dos meses de acá para allá en la previa al
Mundial 90 para aprender todo lo que pudiera pensando en el futuro. Al
volver, ya estaba dirigiendo.
“Allá
estuve con Arrigo Sacchi, le dije que era amigo de Bilardo, y se portó
bárbaro. Después, en Nápoles, cuando fui a pagar el hotel, Diego ya
había pagado todo, ni él se debe acordar, pero son gestos que yo valoro
mucho. Estuve en Madrid, y Valdano me abrió las puertas del Real. Así
fui almacenando cosas, pensando que en algún momento todo eso me iba a
servir. Me gustaba hablar de táctica con los entrenadores, tenía el bichito ese”, contó en El Gráfico.
En Lanús,
su tierra, también es prócer. Fue su primer equipo como entrenador,
cuando el equipo navegaba por la B Nacional. En aquel debut logró el
ascenso en el Reducido que daba un segundo cupo para la Primera, luego
de 13 años de no poder subir. Descendió luego, pero tuvo revancha porque
en 1992 logró otra vez subir con el equipo, esta vez siendo campeón.
Lanús nunca más perdió la categoría.
El
dúo Russo – Manera llegaría al Pincha para el Torneo Nacional B de la
temporada 94/95 y tras una campaña en la que lograron una distancia de
11 puntos con el segundo, devolvieron a Estudiantes a
Primera. En aquel plantel estaban Carlos Bossio, Rubén Capria, la Bruja
Verón, José Luis Calderón y un muy joven Martín Palermo, a quien luego
volvería a dirigir en Boca. El amor que nació cuando jugaba por su
incondicionalidad se multiplicó con el regreso del León al fútbol
grande.
Rosario Central
se convirtió en un lugar especial para él. No por nada tuvo nada menos
que cinco pasos por el Canalla. El primero en 1997, luego en 2002, en
2009 y más tarde en 2013, logrando la primera gran alegría con esa
camiseta: el ascenso a Primera en esa temporada. En el 2023 logró
escalar a lo más alto del podio: consiguió el título con la obtención de
la Copa de la Liga profesional. Se fue meses más tarde por los malos
resultados. “Seguirá siendo mi casa”, dijo. Finalmente, no fue tal el
descanso ya que pronto volvió a trabajar.
En Vélez
también guardan un gran recuerdo en especial luego de su primer paso
por Liniers, en el 2005. El Fortín llevaba nada menos que siete años sin
ser campeón y la llegada de Russo les cambió la cara. No sólo fue
campeón de aquel Clausura, también llegó a las semifinales de la Copa
Sudamericana, perdiendo ante Pumas. Al año siguiente, cayó en cuartos de
final, antes de su salida a fines del 2006. Volvió en 2015, y debió
jugar aquella polémica definición para definir quién se clasificaría a
la Libertadores de aquel año: fue derrota ante Boca 1-0. A fines de ese
año, tras caer en cuartos de final de la Copa Argentina, se iría del
club.
En San Lorenzo,
en su único torneo, dejó un buen recuerdo aunque su salida abrupta
resquebrajó esa imagen. Lo cierto es que en medio de un caos
institucional, el equipo logró llegar hasta las semifinales del Apertura
2025 y cayó ante el campeón Platense. Esa eliminación le dio lugar a su
llegada al club del que fue entrenador hasta último momento.
En sus más de 25 años como entrenador, tuvo una corta chance en Europa, en el Salamanca de España, también en Sudamérica (además de Millonarios y Alianza Lima, pasó por U de Chile, Monarcas Morelia, Cerro Porteño de Paraguay y Al-Nassr de Arabia Saudita). Nunca le tocó dirigir a una selección: lo suyo era el día a día con sus dirigidos.
Pero si algo le faltaba a Miguelo para catapultarlo como un gran DT era un título internacional. Y fue en Boca
donde esa historia la escribió con letras doradas. Logró lo que muchos
ansiaban y aún desean: una Copa Libertadores. Su primera etapa en el
Xeneize llegaría luego de la salida de Basile, el mal paso de La Volpe y
la necesidad del club de retomar la senda. Russo llegaba con espalda
desde Vélez y Boca fue su obra cumbre.
Un
equipo que arrasaba, que tenía personalidad y goleaba, aquel Boca del
2007 dio la vuelta olímpica nada menos que en Brasil, ante Gremio. Juan
Román Riquelme, Martín Palermo, Hugo Ibarra, Sebastián Battaglia,
Rodrigo Palacio, un equipo que amedrentaba en cualquier cancha. No pudo
colocar la frutilla en el postre ya que perdió la final del Mundial de
Clubes ante el Milan, pero su único título internacional como DT sigue siendo la última Libertadores que Boca conquistó.
Tuvo
varios pasos más por el club de la Ribera: en el 2020 también se fue
con los brazos llenos, esta vez conquistando la Superliga y nada menos
que en un último partido sacándole el campeonato a River. Un título
también esperando y que agrandó su imagen en el club aún más con la
obtención de la Copa Diego Maradona. Tras su salida en 2021, volvió de
la mano de Riquelme para intentar enderezar un barco que ya se había
consumido a varios técnicos de la casa.
Siempre
con esa templanza, con sus formas pragmáticas, su estilo equilibrado,
algo que transmitió siempre a sus equipos: sin complicarse demasiado,
buscando el lujo cuando se puede pero sobre todo con la constancia y el
esfuerzo como banderas, sin polemizar pero sin dejar que le tuerzan el
brazo, Russo se ganó un nombre en el fútbol argentino.
“Capacidad de trabajo y honestidad en todos mis actos.
Me considero una persona querida dentro del ambiente, más allá de
alguna pelea. En el fútbol sabemos quién es quién, y cuando uno mantiene
una conducta y camina por una sola vereda, que, en definitiva, tiene
que ser algo normal y tampoco hay que jactarse de ello, se sabe. También
hay algo determinante: mi relación con los jugadores es muy buena. Algo
debe tener el entrenador para lograr esas cosas. Después, palo adentro o
palo afuera, a veces le errás”.