abril 23, 2012

LA HISTORIA DE LOS JUEGOS OLÍMPICOS PARTE 1

CURIOSIDADES DE CARA A LONDRES 2012


El SITIO ESPN DEPORTES publica semanalmente historia y curiosidades de los JUEGOS OLÍMPICOS de cara a LONDRES 2012 que aquí transcribo para mis lectores:_




NIGERIA, PRIMER ORO AFRICANO EN FÚTBOL - ATLANTA 1996
Los apellidos más ilustres de la historia del fútbol nigeriano se juntaron en un seleccionado irrepetible: Kanu, Okocha, Amokachi, Babayaro, Babangida, Ikpeba, Oliseh, West. Aquel equipo dirigido por el holandés Jo Bonfrere sabía a lo que jugaba: toque, posesión, desequilibrio. Ganó dos de tres partidos en la fase de grupos y sólo cayó en esa instancia ante Brasil gracias a un gol de Ronaldo (sí, el original). Después superó a México en cuartos y -en una semifinal inolvidable- levantó un 3-1 frente al mismo Brasil (de Roberto Carlos, Rivaldo, Dida, Junhinho) con un gol sobre la hora del ídolo Kanu para igualar 3-3. Se llevó el partido en tiempo extra con otro tanto de su estrella. Ya era histórico. En la final, contra la Argentina de Ayala, Zanetti, Simeone, Crespo, volvió a levantar un resultado adverso. Esta vez pasó del 2-1 al 3-2, con otro gol en el minuto 90 y privó al conjunto sudamericano de su primer oro olímpico. Fue, en cambio, la primera medalla dorada para el fútbol africano.




EL NACIMIENTO DE LAS LEONAS - SYNDEY 2000
El hockey femenino de Argentina había sido séptimo en Atlanta '96 y había quedado cuarto en el Mundial anterior a Sidney. Sin embargo, en 2000 un grupo de apellidos que marcaría la siguiente década en este deporte se quedaría con una medalla plateada. Sergio Vigil dirigió a Aymar, Aicega, Rognoni, Antoniska, Masotta, Stepnik, Oneto, Rimoldi, Margalot, Sole García... Después de una ronda de clasificación complicada, las chicas se juntaron, diseñaron un logotipo que las identificara y se autodenominaron "Las Leonas", un mote que se les pegó para siempre. En el último juego de la segunda ronda, obligadas a ganar, golearon 7-1 a Nueva Zelanda y -entre gritos que llevaban la cuenta regresiva para el final del match- se aseguraron un lugar en la final olímpica. Perdieron la definición y se quedaron con la plata, pero ellas lo festejaron como una victoria. Es que fue la fundación de algo grande: desde entonces el seleccionado albiceleste nunca bajó del podio en un Mundial o en unos Juegos.




LIS HARTEL, CONTRA CUALQUIER OBSTÁCULO - HELSINKI
Lis Hartel fue una atleta ecuestre nacida en Dinamarca, que obtuvo dos medallas de plata en los Juegos Olímpicos, una en Helsinki '52 y la otra en Melbourne '56. Se quedó con ambas preseas en la especialidad de adiestramiento. Lo notable es que Hartel sufría una parálisis casi total desde las rodillas hacia abajo, y entre otras cosas precisaba ayuda para subir y bajar del caballo. Su aflicción se debía a una poliomelítis que la atacó a los 23 años. Pudo recuperar movilidad en casi todos sus músculos y recién logró competir después de tres años de rehabilitación. Sin embargo, su limitación era tan evidente que incluso le costaba caminar. Existen algunos videos de cuando Hartel competía, en los que se puede notar su dificultad de movimiento incluso cuando recibía las medallas en el podio. Cuentan que en la primera participación olímpica de Hartel, el ganador del oro se acercó a ella tras su actuación y la cargó hasta el podio. Una vez retirada, la atleta tuvo un impacto profundo en un movimiento terapeútico que utilizaba el hecho de montar a caballo como ayuda para encarar distintas enfermedades. Falleció en 2009, a los 87 años, pero su ejemplo la trasciende y vivirá por siempre como parte de la historia de los Juegos.




LEON FLAMENG - ATENAS 1896
El francés León Flameng participó en cuatro pruebas distintas de ciclismo en Atenas 1896: la de 333 metros, la de 2 kilómetros, la de 10 kilómetros y la de 100 kilómetros. Se impuso en esta última, probablemente la más complicada, y la más lógica para un deportista que había obtenido cierta fama al pedalear 3 mil kilómetros a lo largo de su país, el año anterior. En los Juegos, logró un primero, un segundo y un tercer puesto. Está claro que la disciplina no se parecía en nada al que podemos ver en la actualidad. Alcanza con echar un vistazo a las fotos de esos primeros Juegos Olímpicos modernos como para apreciar la diferencia. Pero el espíritu de camaradería que se haría una marca registrada con el tiempo ya estaba presente en aquel intento incial. En la prueba que terminaría ganando, su máximo rival era el griego Georgios Kolettis. Flameng padeció una caída, pero se repuso y emparejó las acciones con su contrincante directo. Hasta que Kolettis sufrió un desperfecto en su bicicleta que parecía sentenciar su suerte en la carrera. Flameng, lejos de aprovechar la situación, detuvo su marcha y espero a que el helénico arreglara su vehículo. Solucionado el inconveniente, volvieron a correr. El destino premió una actitud valorable con la victoria final.




EL LLANTO Y EL ORO DE ANDRE AGASSI - ATLANTA 1996
Antes de la aparición de Rafael Nadal, Andre Agassi era el único hombre en haber ganado el "Golden Slam". Es decir: todos los títulos de Grand Slam y el oro olímpico. Su gesta tuvo un escalón fundamental en los Juegos de Atlanta '96. El ex pelilargo de Las Vegas sufrió en las primeras rondas, estuvo set y break abajo frente al italiano Andrea Gaudenzi en la tercera rueda, superó con lo justo al sudafricano Wayne Ferreyra en cuartos y tanspiró para eliminar al indio Leander Paes, en semis. En la final, desplegó todo su talento en el cemento verde de su país y despachó a Sergi Bruguera con un contundente 6-2, 6-3 y 6-1. Más allá de su look rebelde (gorra con la visera hacia arriba, pantalón de jean y camiseta demasiado holgada para su talle), el norteamericano dejó ver su lado más sensible en la premiación. Al momento de recibir la medalla, lo ganó la emoción y lo ganó el llanto. Una frase señaló la importancia que le otorgó el Kid a este título: "Ganar un Grand Slam es lo más grande que puedes hacer en el tenis. Pero ganar un Juego Olímpico es lo más grande que puedes hacer en todo el deporte".




FRANCISCO RODRÍGUEZ, LA GLORIA VINOTINTO - MÉXICO 1968
Pregunten a cualquier venezolano por su historia olímpica y se encontrarán con el nombre de Francisco "Morochito" Rodríguez, humilde boxeador nacido en Cumaná, uno de catocre hermanos siempre supo lo que era luchar: tuvo que vender pescado desde muy pequeño para ayudar a su familia a subsistir. Cinco años más joven que Carlos "Morocho" Hernández, uno de los boxeadores profesionales más ilustres de su país, a Francisco se le pegó el dimintivo como apodo. Analfabeto hasta la adolescencia, el pugilista ganó fama como peleador amateur: en 1967 ganó los Juegos Panamericanos -algo que repetiría 4 años más tarde- y llegó a acumular un récord de 266 victorias y apenas 4 derrotas en su carrera. Pero fue en 1968 cuando dejó su marca indeleble para el resto del mundo. Tras eliminar al estadounidense Harlan Marbley, derrotó al surcoreano Yong-Ju Jee en la final de la categoría minimosca y ganó la única medalla dorada de Venezuela en toda la historia.




JOHNN AKHWARI LE GANA AL DOLOR - MÉXICO 1968
John Stephen Akhwari representó a Tanzania en la maratón de los Juegos de México, en 1968. No era uno de los favoritos. De hecho, no estuvo ni siquiera cerca del podio: terminó la carrera más de una hora después que el ganador de la prueba. Mientras corría, sufrió un severo corte en la pierna derecha y se dislocó la articulación de la rodilla. Lejos de darse por vencido, el fondista vendó sus heridas y siguió adelante pese a su lesión. Fue el último hombre en completar los 42 kilómetros. Llegó al estadio cuando el sol ya se había puesto y sólo quedaba un puñado de personas para ovacionarlo de pie. Su llegada fue tan emocionante que se hizo leyenda. Cuando le preguntaron por qué no había abandonado, la simpleza de su lógica arrebató cualquier especulación posible: "Mi país no me hizo viajar 10 mil kilómetros para que empezara la carrera. Me hicieron viajar 10 mil kilómetros para que la terminara".




ALBERTO JUANTORENA, EL NOMBRE DEL ATLETISMO LATINO - MONTREAL 1976
Aunque su arranque podía ser un poco lento, el cubano Alberto Juantorena tenía una zancada mágica que lo hacía deslizarse -más que correr- a una velocidad incomparable en las pruebas de 400 y 800 metros. Ese paso larguísimo lo hizo ganarse un apodo irreverente: "El Caballo". Iba a ser basquetbolista, pero a los 21 años un entrenador polaco lo convenció de que podría brillar en el atletismo. Apenas un año más tarde participó en los Juegos de Múnich, pero se guardó lo mejor para Montreal '76. Mandó en los 800 metros con una performance impresionante, y llegó desde atrás en los 400 para conseguir su segundo oro con un agregado que puede interpretarse desde una lectura política de la época: dejó a dos estadounidenses en el segundo y tercer puesto del podio. Fue el primer hombre en la historia en conseguir un doblete en esas distancias.




MIKLOS NEMETH, EN EL NOMBRE DEL HIJO - MONTREAL 1976
El húngaro Miklos Németh enfrentaba un desafío particular y una presión adicional a la hora de lanzar su jabalina en los Juegos Olímpicos de 1976. Su padre, Imre Németh, había logrado ganar el oro en lanzamiento de martillo en los Juegos de Londres, 28 años antes. Aquella victoria con récord mundial incluido había llenado de fama a un apellido común en la tierra magiar, que paradójicamente significa "alemán" en húngaro. El mismo patronímico había brillado en México '68, cuando Angela Németh (sin parentezco) obtuvo otro oro en lanzamiento de jabalina. El tercer Németh lanzador afrontó el duelo con entereza y obtuvo un resultado inmejorable: lanzó como nunca nadie lo había hecho antes, logró su propio primer puesto y un récord mundial para transformarse él mismo en una celebridad. Su festejo encadenó a dos generaciones y terminó de enmarcar un hito que no se ha repetido: por única vez en la historia olímpica, un padre y un hijo lograron un oro en los Juegos.




EDWIN MOSES SE QUEDA SIN PALABRAS FRENTE A SU PÚBLICO - LOS ÁNGELES 1984
El estadounidense Edwin Moses ejerció una supremacía indiscutible en los 400 metros con vallas por más de una década, desde mediados de los '70. En 1976 brilló en Montreal con su estampa de adolescente a cuestas para quedarse con el oro y marcar el primero de sus cuatro récords mundiales en la prueba. En Moscú '80, ausente por el boicot de su país a los Juegos, dejó pasar una medalla que parecía segura. Después de todo, ganó 107 finales consecutivas entre 1977 y 1987. Pero su momento más memorable llegó en 1984. La ciudad de Los Ángeles le abrió los brazos para que él corriera tan bien como sabía hacerlo y ganara sin discusiones su prueba favorita. La ovación, su festejo, la gente, la locura, el retorno... todo resultó inolvidable. Claro, la cosa no fue tan bien a la hora de tomar el juramento olímpico: el enorme Edwin olvidó las palabras en la mitad, y tras repetir una frase un par de veces terminó de recitar en medio de las risas de todo el estadio.




KORZENIOWSKI SE CONSAGRA COMO MULTI REY DE LA MARCHA - SYDNEY 2000
A los 13 años se recuperó de una enfermedad reumática, para Korzeniowski fue "un regalo de Dios" poder volver a ser uno más. Y lo logró con la marcha, esa extraña disciplina que suele causar gracia, pero que en el sudeste de Polonia era muy popular. Rápido destacó entre todos. En Barcelona '92 llegó a estar segundo en la carrera de 50 kilómetros, su especialidad, pero fue descalificado. Aún lo considera una señal: "No seas arrogante, no pienses que sabés como marchar". En Atlanta '96, con la lección aprendida, se llevó su primer oro. En la previa a Sidney 2000 perdió la única carrera de 50km. que no ganó entre 1995 y 2004. Fue la motivación que necesitaba para hacer historia: es la única persona que ganó las dos distancias, 20km. y 50km. Llegó a Atenas '04 consagrado, tras instalar dos récords mundiales. Quería retirarse triunfal y metódico como siempre. "No hay sorpresas", dijo, "si no gano, es porque había algo mal en el plan de carrera". Y ganó, claro, no había dejado nada librado al azar.




EL SUICIDO FRUSTRADO DE VERA NIKOLIC - MÉXICO 19668
Vera Nikolic era una superestrella en su Yugoslavia natal. En 1966 había ganado el oro en los 800 metros del campeonato Europeo, y dos años más tarde había logrado el récord mundial en la discilplina. Con apenas 20 años, fue nombrada la mejor atleta de su país, donde se había ganado una confianza ciega: allí nadie tenía ninguna duda de que se quedaría con el primer puesto en los Juegos Olímpicos de México, en 1968. De hecho, el gobierno yugoslavo ya tenía listos unos sellos postales que se iban a imprimir para conmemorar su victoria. Sin embargo, a la atleta le jugó en contra la enorme presión que ejercieron el público y la prensa. En el día de competencia, apenas pudo completar 300 metros. La joven no toleró la frustración: abandonó la prueba, dejó el estadio y se dirigió a un puente cercano con la idea de suicidarse. Por suerte, su entrenador la detuvo a tiempo y evitó una tragedia. En el resto de su carrera, Nikolic ganó otro título europeo y terminó quinta en los Juegos del '72.




WANG YIFU Y SU DESMAYO DE PLATA - ATLANTA 1996
El tirador chino Wang Yifu es uno de los hombres más exitosos en la historia de su disciplina. De hecho, cuenta con dos medallas doradas en la especialidad de Pistola de Aire a 10 metros, en Barcelona '92 y Atenas '04. En su prolífica carrera olímpica, también acumuló tres platas y un bronce, pero la historia más curiosa e impactante la entregó en la final de los juegos de Atenas, en 1996. Las imágenes de aquel día son dramáticas. El tirador chino padecía arcadas, se mostraba ahogado y recibía oxígeno entre cada una de sus participaciones. A pesar de todo, Wang llegó al último tiro de la competencia como claro líder, y todo parecía indicar que sería el ganador. Un muy mal disparo final lo dejó sin el oro por una diferencia de 0,1 -la mínima posible en la competencia- con el eventual ganador. Tras ese último error, el chino se desmayó, perdió el conocimiento y debió ser retirado del estadio en camilla.




LA DEBACLE DE VANDERLEI DE LIMA - ATENAS 2004
Vanderlei de Lima había llegado a los Juegos de Atenas, en 2004, con cierto prestigio sobre su espalda. Acumulaba dos oros panamericanos, y venía completando una prueba inmejorable en la maratón. De hecho, era el líder con 1 minuto y medio de distancia cuando faltaban solamente 7 kilómetros para la llegada. Sin embargo, sufrió un ataque inesperado de un espectador. El sacerdote irlandés Cornelius Horan, que cargaba un cartel que dejaba leer la frase "la Biblia siempre tiene razón", cruzó la ruta, tomó al corredor entre sus brazos y lo lanzó hasta el costado del camino, donde estaban los fanáticos. De Lima se recompuso, pero el pánico que demuestra la imagen del maratonista en ese momento deja claro que perdió mucho más que los segundos que demoró en retomar la carrera. En estado de shock, con las manos temblando y físicamente agotado, el brasileño perdió el liderazgo y cruzó la línea en tercer lugar. Cuando lo hizo, abrió los brazos para festejar y se tiró al piso con la increíble sensación de haber vencido un obstáculo infranqueable. Recibió la medalla Pierre de Coubertin por su espíritu deportivo. En Brasil lo recibieron como un héroe.




FANNY BLANKERS KOEN, AMA DE CASA VOLADORA - LONDRES 1948
Es posible que Francina Elsje Blankers-Koen, Fanny para la historia, haya perdido la oportunidad de disputar unos Juegos Olímpicos en su plenitud. Conoció a Jesse Owens, su ídolo, en Berlín '36 y le pidió un autógrafo: tenía 18 años y había participado en dos pruebas sin demasiado éxito. La Segunda Guerra Mundial le quitó la oportunidad de brillar en lo que hubieran sido dos Juegos intermedios, en el '40 y el '44. Sin embargo, en Londres '48, con 30 años y dos hijos -Jantje, de seis, y Fanneke, de tres- la multifacética atleta rompió con todos los estereotipos de género y maternidad que marcaban la época. La holandesa que hoy tiene una estatua en Rotterdam compitió en los 100 metros llanos, en los 200 metros llanos, en los 80 metros con vallas y en relevo 4x100. Obtuvo las cuatro medallas doradas y se ganó el apodo de "The Flying Housewife" ("El Ama de Casa Voladora"). En Munich '72 volvió a encontrarse con Jesse Owens. Ambos estaban retirados de la actividad. "Todavía tengo tu autógrafo.... Soy Fanny Blankers Koen", se presentó. "No hace falta que me digas tu nombre. Sé quién eres. Lo sé todo sobre ti", respondió el estadounidense. La idolatría era mutua.

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