febrero 06, 2014

HISTORIAS DEL DEPORTE QUE MERECEN SER CONTADAS

"NAPOLEON " EL PERRO MASCOTA DE ATLANTA


En "UNA CARICIA AL ALMA" la historia de NAPOLEON el perro MASCOTA DE ATLANTA que aqui comparto con mis lectores , extraìda del sitio FORO3K.COM:




Historias de perros en el fútbol hay muchas. Tal vez la más conocida sea la de Pickles, aquél que encontró en un basural del suburbio de Londres el trofeo Jules Rimet que había sido robado de una exhibición previa al Mundial 66. Ron, el canino de los carabineros de Santiago de Chile, tiene como hazaña haberle dejado sus dientes marcados en la cola a Navarro Montoya en las semifinales de la Libertadores 91.




Fronteras adentro, Boneco fue mimado en el Independiente multicampeón de los 70. Pero más atrás en el tiempo existió otro perro que se ganó varios artículos en los diarios y revistas de la época. Se llamaba Napoleón y era mascota de Atlanta. Un can que en materia de fútbol sabía de todo.




Acompañado por su dueño, Francisco Belón, socio Nø 84, Napoleón no faltaba a ningún partido del Bohemio. A modo de entretenimiento, antes de que salieran los equipos, el pequeño animal, de pelo negro, que usaba un collar con los colores azul y amarillo, deleitaba con su show. Hacía piruetas con la pelota "empujándola con la cabeza, entre el cogote y la espalda, a toda velocidad entre las piernas de quienes intentaban quitársela. El perrito atajaba y gambeteaba y era saludado por una ovación del público.




Hasta los rivales lo aplaudían", relató el entrañable Félix Frascara en un ejemplar de El Gráfico del 37. Les ladraba a los rivales cuando salían a la cancha y movía la cola cuando aparecían los jugadores de su equipo. "Luego del pitazo inicial, se ubicaba detrás del alambrado y corría alrededor de la cancha siguiendo las alternativas del partido. Si había un córner, se paraba detrás del arco. Y al final del día, saltaba de alegría si Atlanta ganaba y fastidiaba con bronca cuando perdía", testifica ante Olé un sobrino de Belón, Juan Carlos Cacho Di Sanzi, quien a los 77 años es delegado y DT de las Infantiles (categorías 91 a 97) del club.





Su milagro más recordado como mascota sucedió en Escalada, en una visita a Talleres. "Tiraron unas bombas, Napoleón se asustó y se escondió quién sabe dónde. No se lo vio en todo el primer tiempo. Y Atlanta perdía nada menos que 5-1. Cuando empezó el segundo período se le pasó el susto.




Fue a mirar el partido y éste finalizó con un empate de 5-5", le relató Don Francisco a El Gráfico. Y agregaba: "Y pensar que de haber respondido al origen, debió ser hincha de Chacarita, nuestros rivales tradicionales, nada menos. Porque a mí me lo regaló don Camilo Di Bella, portero de los Funebreros. Yo no había querido tener animales, por aquello que uno se encariña, sabe. Pero éste me resultó simpático. Supe además que si no me lo llevaba yo, lo tiraban. Y me lo quedé".





Como Bonaparte, este Napoleón también tuvo sufrió su propio Waterloo. La tarde del 6 de abril de 1938, un grupo de simpatizantes se reunió en la casa de don Francisco para decidir cómo iban a hacer para llevar al perro—cábala en la visita a La Plata contra Estudiantes. Pero alguien dejó la puerta abierta, el perro salió corriendo a la calle y un auto lo mató, al 1300 de Muñecas, en Villa Crespo.




"Falleció Napoleón, verdadero as del fútbol porteño", tituló el diario Ahora. "Ayer, a las 18.30 horas, un automóvil negro, negro como la muerte, lo llevó por delante", ampliaba el artículo. "Veía y sentía como un ser humano (...) Si Atlanta estaba en la buena, el perro lo traducía en el meneo de su rabo rabón y en la alegría de sus ojos relucientes. Si los bohemios pasaban por un mal momento, su desesperación, tras el alambrado, no tenía quietud posible…", agregaba el diario Argentino de La Plata.






Pero no hubo entierro ni nada similar. Su cuerpo fue embalsamado y en la actualidad descansa, impecable, en el modular de la casa de los Belón en Agronomía. Don Francisco falleció en junio del 80 y su hijo Osvaldo, de 56 años, tomó la posta. Y el día de los festejos del centenario del club (se cumplieron el 12 de octubre), la figura de Napoleón fue paseada como una divinidad de culto en la cancha. Por eso, Ignacio (21) y Sebastián (20), los hijos de Osvaldo, ya tienen asumido que deberán continuar la historia.






Muerto Napoleón, Atlanta encontró un sustituto de pura casualidad. En un clásico, los hinchas de Chacarita arrojaron a la cancha un pato pintado en las alas con los colores del rival. Seguramente, el autor de esta humorada quería ridiculizar al adversario, cuya campaña lo colocaba en el último puesto, con evidente peligro de descender a Segunda. Pero el Bohemio salió airoso ese día (ganó 3-1) y el palmípedo, ése que Atlanta recibió con reservas y con indignación, se convirtió desde ese instante en la mascota salvadora del club. Al punto que el equipo ganó los cinco partidos siguientes y se salvó de perder la categoría. Chaca reclamó por Salvador (así lo bautizaron) y por su pase la CD bohemia solicitó una prima de ¡25.000 pesos!, tan importante como la de su mejor jugador. Pero ésa es otra historia...

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