agosto 23, 2014

PARA PRESTARLE ATENCION

LA SITUACION DE ALEJANDRA "LOCOMOTORA" OLIVERA

El sitio ON LINE de "EL GRAFICO" detallo la situación por la cual se encuentra ALEJANDRA "LOCOMOTORA" OLIVERA que aquí comparto con mis lectores:




comienzos, a fines de los ’60, el principal atractivo de Muhammad Ali no estaba en sus manos, sino en la velocidad de su boca. Las crónicas de la época recuerdan que el público yanqui iba a las peleas sólo esperando ver que mordiera la lona, por cómo vituperaba a sus oponentes antes de cada pelea. 




Los irritaba que un negro escupiera a la cara de sus oponentes y mucho más que se declarara “el mejor”. Desde aquellos años, la historia del boxeo internacional se escribe a fuerza de diferencias y, por qué no, algunas varias injusticias. La última, que desde el sábado 16 se inscribe en los anales del rubro, con la cancelación sobre el pucho de la pelea en la que la campeona mundial, Alejandra “Locomotora” Oliveras, esperaba enfrentar a la colombiana Diana Ayala, cuenta revista Veintitrés.
 





La razón no fue física. Oliveras se iba a presentar bajo una de las firmas internacionales de mayor renombre en México –Canelo Promotions–, pero se bajó casi a punto de subir al ring por un impedimento que su ex apoderado, Osvaldo Rivero, de O.R. Promotions, puso sobre ella aduciendo que aún tiene contrato con su empresa.
 
 
 
 

Los problemas entre la boxeadora jujeña y Rivero no son nuevos. En junio del año pasado ella había desistido de pelear ante la boricua Melissa Hernández, por considerar escasa la bolsa de 10 mil dólares que le ofrecían. “Rivero reaccionó pidiendo autorización a la Organización Mundial de Boxeo (OMB) para reemplazarme por la Tigresa (Acuña) y disputar el título de forma interina. Por eso mandé una carta documento donde denuncié la estrategia. Al final, la pelea de ellas fue una eliminatoria para una retadora que iría contra mí. Porque los títulos no se ganan más que sobre el ring”, golpea desde México Locomotora, que bien sabe lo que es pelearla.
 
 
 
 

Empezó a los 24 años y después de ser mamá de dos chicos. “Los nenes eran chiquitos cuando me subí por primera vez a un ring, y sin haber entrenado gané por nocaut. Fue fácil darme cuenta de que había nacido para esto”, recuerda la gladiadora, que llegó a ser discípula del célebre Amílcar Brussa. Pero su historia de lucha no fue gratuita, se volvió un emblema popular en Jujuy, algo que la convirtió en una personalidad distinguida y acompañada por la organización territorial Tupac Amaru, pero también en “persona no grata” para la Asociación de Boxeo de San Salvador.
 
 
 
 
 

Así es el poder, muchas veces. Se expresa con la virulencia de un gancho, y en el gesto arrebata hasta el aliento para reclamar justicia. Olivera es campeona mundial en tres categorías diferentes, y ganó las tres por nocaut. Además, fue la única boxeadora en levantar un título fuera del país: “Ni un varón logró tres coronas mundiales en diferentes pesos en la historia del boxeo argentino, pero aun así no logro comprar mi casa y cuando no peleo, pido plata a mis familiares: esto es injusto”, se queja la jujeña, que a los 36 no puede darse el lujo de perder el resto del año, que supuestamente la ata a Rivero por contrato. Desde la discusión que tuvieron, el representante la dejó en punto frozen.
 
 
 
 
 

Las denuncias de Locomotora no son más que el signo de un deporte cuya dirección enfrenta una profunda crisis. Desde el 2011, la Asociación para la Defensa de los Boxeadores Argentinos (Adeboar) reclama al Congreso una ley que ponga en orden las cuentas con los púgiles. Entre otras cosas, señalan irregularidades en Osbara, la obra social de los boxeadores que “no tiene ni un boxeador entre los 11 mil afiliados. En el negocio oscuro del boxeo están los promotores, testaferros y las asociaciones. Cuando vos dejás a un promotor, tenés que irte del país o dedicarte a otra cosa”, explica Héctor Javier “El Artillero” Velazco, uno de los impulsores. Su historia es como la de muchos en el rubro: cuando en 2003 ganó el primer título, llegó Rivero con la promesa de un futuro próspero de peleas, previa firma de un intrincado acuerdo en el que ató su destino al del promotor que ahora le quita el sueño a Olivera. Hoy tiene un gimnasio en Villa Gesell.
 
 
 
 
 

Adeboar apuntó contra los representantes: “Estos supuestos hombres de empresa firman contratos que los púgiles jamás ven, por valores que sólo ellos conocen. A los boxeadores se los ‘despacha’ con sumas insignificantes, luego de combatir”, enuncia el comunicado, que insta a la AFIP para que investigue supuestas maniobras de pago en negro.
 
 
 
 

Si los boxeadores argentinos cobran propinas, ¿qué les queda a las chicas? Mientras la bolsa que se lleva un hombre por pelea internacional puede rondar los 50 mil o 100 mil dólares, la de las mujeres rasguña el 10 por ciento. “10 mil dólares es lo que se estila pagar, y con ese dinero una boxeadora debe costearse la vida durante los meses que no pelea. Tengo que mantener a mis hijos y aun siendo campeona mundial es imposible. Pego como un hombre, pero gano muchísimo menos”, sintetiza Locomotora, que ante el anuncio de suspensión de su pelea, por primera vez se mostró herida: “¡No puedo más! ¡Esto se tiene que terminar! ¡Hay que decir la verdad, Rivero no me deja vivir, no me deja comer! Estoy cansada de tanto maltrato y tanta mentira”, escribió en su cuenta de Facebook.
 
 
 
 

“En la Argentina viví de prestado en un hotel de Santa Fe, y tenía que entrenar lejos de mis hijos, que viven en Córdoba. Pido que me dejen ganar el pan”, reclama Olivera mientras espera que algo pase y la suerte echada por los dueños del boxeo, cambie. Por si faltaba algo para confirmarle lo mucho que le gusta al sistema la sumisión, en el 2013 la que subió a recibir el premio Firpo –máximo galardón del deporte– fue la renovada Tigresa Acuña, con una considerable metamorfosis estética y política (pasó del FPV al massismo como concejal de Tres de Febrero). “Son ineptos o son corruptos: si nadie tiene mi récord, ¿por qué no me reconocen?”, sentenció Locomotora sobre los periodistas que votaron el premio.
 
 
 
 
 
 
 
 “Díscola”. “De temperamento difícil”. “Indomable”. Algunas crónicas sobre ella –siempre escritas por hombres– no ahorran calificativos para justificar un sistema cuyas raíces tienen décadas. Por el otro lado, está ella, la Locomotora, que ganó 31 de 35 peleas, 16 por nocaut. Tal vez con ese argumento no baste, tal vez ella, como tantos otros que proponen un cambio, deba abrazarse a la frase del gran renegado del ring internacional, Ali: “‘Imposible’ es sólo una palabra que usan los hombres débiles para vivir fácilmente en el mundo que se les dio, sin atreverse a explorar el poder que tienen para cambiarlo. ‘Imposible’ no es un hecho, es una opinión. ‘Imposible’ no es una declaración, es un reto. ‘Imposible’ es potencial. ‘Imposible’ es temporal, ‘Imposible’ no es nada”.


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