octubre 12, 2022

HISTORIAS PARA LEER

LA CONFESION DEL HINCHA DE GIMNASIA 

UN SIMPATIZANTE DE GIMNASIA REALIZO UNA CONFESION EN RELACION A LO SUCEDIDO EN EL PARTIDO ANTE BOCA JUNIORS, DE ACUERDO AL SITIO "TyC SPORTS":




Primero la aclaración. Juan no se llama Juan. Podría llamarse X, ahora que la X salió de su ostracismo de fin del abecedario y se convirtió en una letra inclusiva. La razón por la que Juan no da su nombre no es otra que el miedo. Miedo después de lo que le tocó vivir el jueves pasado en la cancha de Gimnasia y, más tarde, en la comisaría. ¿Miedo a quién? "A mi club no le tengo miedo. Yo le tengo miedo a la Policía". Eso explica que no quiera mostrar el rostro en cámara. Porque lo que él cuenta, y compromete aun más a la Policía Bonaerense, es para tener miedo. 

Juan fue uno de los cien que la Policía recolectó por las calles, en los alrededores del bosque platense, y metió adentro. A ver qué cuenta en primera persona: "Era todo normal. Fiesta. El partido se demoraba y en un momento vimos que los del banco de suplentes se iban corriendo. Entonces escuché que alguien decía: 'Tápense la cara que tiraron gas'. Empezaron a sonar disparos y en dos minutos estaba toda la gente llorando. Se escuchaban gritos de nenes, gente grande pidiendo que la ayudaran". Eso es lo primero que recuerda Juan del caos en su testimonio exclusivo para TyC Sports.

"Después de meternos al campo de juego, empecé a recibir llamados de familiares. Me encontré con unos amigos y el padre de uno de ellos le recomendó 'salir por la Centenario' porque estaba más tranquilo'. Salí, le avisé a mi vieja que estaba yendo al auto y, mientras iba mandando el audio, escuché que me gritaban: 'Quedate quieto y poné las manos atrás'. Yo ni me di por aludido, pero me agarraron del cuello y me tiraron contra un auto. Me pusieron las esposas y yo les pedí explicaciones. Entonces me dijeron 'Metete al micro, que estás detenido'. Justo me crucé a un compañero de trabajo y, aunque no pudo hacer nada, me vio y llamó a mi viejo".

La escena, con sus matices, se repitió con otros. "Uno de los que estaban en el micro, detenido, ni había ido a la cancha. Los hijos sí, y él los habia ido a buscar. Mientras los buscaba, la Policía lo detuvo".

En la Comisaría Novena, Juan era uno más entre tantos. "Nos encerraron en una habitación de dos por dos, éramos casi 45 personas. Nos requisaron todo y nos tuvieron en ese lugar desde las 10 de la noche a las 4 de la mañana sin darnos explicaciones, ni siquiera nos dejaban hacer un llamado. Nadie sabía por qué nos habían llevado. A uno de los que estaban adentro, conmigo, le dijeron 'A alguien teníamos que llevar'".

"Después de meternos al campo de juego, empecé a recibir llamados de familiares. Me encontré con unos amigos y el padre de uno de ellos le recomendó 'salir por la Centenario' porque estaba más tranquilo'. Salí, le avisé a mi vieja que estaba yendo al auto y, mientras iba mandando el audio, escuché que me gritaban: 'Quedate quieto y poné las manos atrás'. Yo ni me di por aludido, pero me agarraron del cuello y me tiraron contra un auto. Me pusieron las esposas y yo les pedí explicaciones. Entonces me dijeron 'Metete al micro, que estás detenido'. Justo me crucé a un compañero de trabajo y, aunque no pudo hacer nada, me vio y llamó a mi viejo".

La escena, con sus matices, se repitió con otros. "Uno de los que estaban en el micro, detenido, ni había ido a la cancha. Los hijos sí, y él los habia ido a buscar. Mientras los buscaba, la Policía lo detuvo".

En la Comisaría Novena, Juan era uno más entre tantos. "Nos encerraron en una habitación de dos por dos, éramos casi 45 personas. Nos requisaron todo y nos tuvieron en ese lugar desde las 10 de la noche a las 4 de la mañana sin darnos explicaciones, ni siquiera nos dejaban hacer un llamado. Nadie sabía por qué nos habían llevado. A uno de los que estaban adentro, conmigo, le dijeron 'A alguien teníamos que llevar'".


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