septiembre 01, 2013

EN PRIMERA PERSONA

PARA CONOCER MEJOR A EMILIANO DIAZ

EL GRAFICO DIARIO le realizò una entrevista a EMILIANO DIAZ, hijo y a su vez ayudante de RAMON ANGEL DIAZ, aqui transcribo la nota para mis lectores:


 Habla Emiliano Díaz: “Me acuerdo de una final del Reducido entre Platense y Tigre. Yo venía de una lesión que me había dejado dos meses sin jugar. Antes del partido, me llamó. Me dijo que pasara lo que pasara, estaba orgulloso de mí. Que si ganaba o perdía, él me bancaba a muerte. Mi viejo es así. Cuesta que te diga las cosas, pero cuando te las dice te quedan marcadas para toda la vida.” 


Ese día, lo entendió todo. Ahora, en el predio de River, ya no están ni los jugadores ni el cuerpo técnico. Los empleados que quedan lo saludan detenidamente. No le dicen ni cómo estás vos, ni cómo anda usted, ni por el apellido, ni por el cargo. Todos le dicen Emiliano. 


 
El lector dirá: “Y, bueno, cómo querés que lo llamen, si ese es su nombre.” Pero el lector, a su vez, deberá saber que al protagonista de esta charla toda la vida le dijeron El Hijo de Ramón Díaz. Y que ahora es Emiliano.


  
–¿Cuesta?
–No te queda otra. Nacés con eso. Con el apellido Díaz todos esperaban que yo fuera delantero, zurdo y rápido. Fui volante, diestro y lento.


–¿Cómo se hace para ser el hijo de Ramón Díaz y dedicarte a lo mismo?
–Tenés que tener seguridad en vos. Mal o bien, hay que volverte a casa sabiendo que dejaste todo. A veces sale bien, a veces mal. Como padre, como hermano, como hijo y como profesional yo creo que la vida tiene que ser al 100 por ciento.


–¿Vos te ganaste que te dijeran Emiliano?
–No sé si me lo gané. Hay un camino largo. Pero cuando te dejan de decir que sos el hijo de, te da orgullo. Obviamente, yo estoy orgulloso de ser el hijo de Ramón, pero este es un orgullo distinto.


–Tenés una gran relación.
–Ojalá yo pueda tener esa relación con mis hijos. No hay nada mejor que confiar en tu propia sangre. Él sabe todo de mí como yo de él. Es algo que se disfruta laburando o yendo de vacaciones juntos.


–¿Siempre fue así?
–Cuando él era jugador no tanto. Era muy profesional y se dedicaba de lleno a él. Cuando se retiró, la relación fue creciendo porque también crecimos nosotros en este mismo ambiente.


–¿Esa relación es el secreto de los Díaz?
–No sé si existen los secretos, pero ayuda mucho en lo diario. Él respeta lo mío y yo valoro que me dé espacio, pese a que recién arranqué en esto.


–Da la sensación de que él aprovecha que sos joven para hablar con el plantel.
–No, quedate tranquilo que él se aggiornó y que sabe todo. Tiene hijos que son amigos de él. Después, claro, existe una cuestión de edad. Yo me retiré en 2010, hace poco. Puede ser que yo sepa cómo se viven los problemas ahora o cómo se aparecen las presiones. Pero el entrenador no se quedó con el libro viejo porque los tiempos cambian. Antes tu papá te miraba a los ojos y vos sabías lo que podías hacer y lo que no, ahora a mí me cuesta controlar a una nena de tres años. Si no te adaptás, perdés.


–¿Te preparaste para hablar con el grupo?
–No. Hago lo que siento. Tengo muy buena relación con el plantel. Saben que podemos trabajar y divertirnos. Pero creo que yo le debo todo a ellos. Este es un grupo muy difícil de olvidar. La confianza hay que ir ganándola. El futbolista sabe cuándo lo estás sanateando y cuándo no.


–¿Cómo se aprende a observar a los futbolistas?
–Te lo da los vestuarios. Yo me crié en esto. Estuve con los Hernán Díaz, los Escudero, los Gallardo y los Ortega. Leo Astrada te enseñaba a decir lo necesario y te decía cuándo el entrenador hablaba de más.


–Alguna vez dijiste que los jugadores tienen que poder divertirse.
–Hay que hacerles entender que esto no es de vida o muerte. A la hora de hacer fútbol, hay que dejar todo. Pero tiene que haber alegría. Este es uno de los clubes más grandes del mundo. Y pasa todo muy rápido. Yo estuve desde la novena y, cuando me quiero acordar, ya estoy sentando acá charlando con vos. Siempre les digo: “No va a haber otro Gimnasia, otro Central, otro San Lorenzo.” Hay que disfrutar.


–¿Vos lo disfrutaste?
–No, no tanto como ahora. Astrada me dijo una vez: “Vos de River te tenés que ir cuando te echan”. Y yo quería jugar y me importaba sólo eso. Los que tenía arriba, por ahí, eran mejores que yo. Y me fui a Talleres y no tenía pelotas para entrenar. Acá jugás en Reserva y te ven 60 mil personas. Pensá en Fede Andrada, que le hizo un gol a Central y estuvo en la tapa de todos los diarios. Eso no les pasa a otros. 


–¿No extrañás ser jugador?
–No, porque el último año de mi carrera la pasé mal por temas de lesión. La pubalgia era luchar siempre con eso. Ahí dije basta. Disfruto más ahora que cuando era jugador.


–¿Hablan con tu viejo de otro tema que no sea River?
–Es inevitable salir de acá y no hablar. Esto es lo que cambia de ser jugador a ser entrenador: cuando jugás, te vas de acá y se terminó. Ahora veo videos, pienso en los rivales, miro mil partidos por semana. 


- ¿Tenés diferencias con él?
–Miles. Hemos acertado y errado los dos. Es difícil ser perfecto. Y creo que él lo dice con claridad: “El día que quiera dejar de aprender, no dirijo más”. Eso es algo que yo tengo marcado en la cabeza desde que me levanto hasta que me acuesto.
 
 
EL MALEVO
“Tendría que haber más respeto con Ferreyra. Económicamente está salvado él y dos generaciones más. Vino porque ama al club.”
 
LANZINI
“Manu es mi debilidad. Sabe llevar la 10 de este club. No se fue a Dubai, se quedó acá para ser campeón y yo eso lo valoro.” 
 
31años tiene Emiliano. Los cumplió en una concentración.

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