noviembre 12, 2013

PERON , LOS DEPORTISTAS Y GATICA

HISTORIAS QUE MERECEN SER CONOCIDAS

JUAN DOMINGO PERON tuvo varias historias relacionadas con DEPORTISTAS y especialmente BOXEADORES , aquí algunas de ellas con texto original de DIARIO CRONICA y del PERIODISTA: ROBERTO DI SANDRO :


Edición impresa. En esa ocasión, el boxeador a quien apodaban “El Mono” llegó en un carruaje a Balcarce 50, ante el asombro de todos los empleados y trabajadores de la sede del Gobierno nacional, indica Diario Crónica.
"A mí no me lo contaron"
Por Roberto Di Sandro
PERON, EL GRAN DEPORTISTA
Durante los tres gobiernos de Perón -y más aún en su primera gestión- el líder le imprimió al deporte una energía notable, dándole todos los elementos para estar siempre al tope de cualquier competencia nacional o internacional. Al tres veces mandatario siempre le gustó el box y trajo al país a varias figuras de nivel superior. Se volcó también al automovilismo y a la esgrima, a la vez que nunca dejó de lado al fútbol. De todas maneras, a cualquier evento que surgía para la Argentina o a cualquier individualidad surgida de un club de barrio el gobierno le facilitaba todos los elementos necesarios para proteger el entrenamiento, cuidar la personalidad del protagonista y al mismo tiempo ofrecerle un estímulo en la salud, que se hacía con la participación de verdaderos especialistas.“Siempre tuve como slogan fundamental el cuidado del deportista” dijo una vez el gran estadista, y le imprimió un respaldo total a todo el deporte en sus respectivas facetas. 


Sería largo enumerar cada una de las presencias que estuvieron avaladas por el gobierno peronista, por lo cual, tras dar algunos detalles sintéticos de ellos nos vamos a meter directamente en dos personalidades del mundo pugilístico que fueron sin duda atracciones en el mundo entero y a la vez directos amigos del general Perón. Tuvieron actuación casi en el mismo tiempo, dentro de dos décadas: las del 40 y del 50. Damos sus nombres: José María Gatica y un extraordinario boxeador norteamericano que luego se consagró campeón del mundo: Archie Moore.


 
UN EPISODIO NUNCA CONTADO
 
Un día de mediados de 1949, a las 11 de la mañana, se produjo un verdadero tumulto en la puerta del Balcarce 50, entrada obligada de la gente a la Casa Rosada en aquellos tiempos. Un carruaje del color esperanza, conducido por un paje vestido en el mismo tono, se detuvo y el paje, tras bajar, le abrió la puerta al visitante. Aparece allí José María Gatica. Galera, frac, bastón y zapatos, todos del mismo color: verde. 



Un espectáculo impresionante. Enseguida se suscitó un conciliábulo en medio de los uniformados y custodios de la Casa para decidir si entraba o no. Por supuesto que sí. Ingresó y todos los empleados dejaron sus oficinas para comenzar a aplaudir en medio del asombro. Recorrió por las escaleras el primer piso; subió al segundo en medio de un griterío ensordecedor y volvió al primero. Allí se encuentra el pasillo que conduce a todo el mundo a la presidencia. Recuerdo queOsvaldo Piñero le tendió la mano porque lo conocía de algunas reuniones, y luego hicimos lo propio junto a los demás periodistas. Adentro ya le habían avisado al general Perón que estaba su predilecto del boxeo. En un primer momento no le gustó mucho la cosa, pero luego la aceptó y minutos más tarde ya ingresaba a su despacho.
 


SONRISAS Y DIALOGO

Una vez más aquel saludo de días anteriores volvió a resonar dentro de la oficina presidencial: “Dos potencias se saludan, mi general”, se explayó el Mono. Con su vestimenta hizo sonreír con holgura al gran líder, que, guiñando un ojo a su edecán, no pudo evitar decir: “Es un momento de esparcimiento que me trae, José”. Los periodistas estaban cerca, sin restricciones de ninguna naturaleza. Justamente, Perón hizo llamar a su subsecretario de información y prensa, Raúl Alejandro Apold, para que preparara algunas fotos de esa presencia, como así un álbum especial para regalárselo en su oportunidad al personaje presente. 



La televisión todavía no había aparecido en la Argentina, y los fotógrafos oficiales entre los cuales se encontraba mi padre, Carmelo Di Sandro, junto al director de Fotografía, Emilio Abras, tomaron los recaudos pertinentes para el enfoque desde diferentes ángulos. Quizá los cambios producidos con el tiempo hicieron desaparecer esos testimonios, que lamentablemente no dejaron para la posteridad una imagen de encuentros de esta naturaleza. Apold accedió llevar luego el regalo al propio Gatica. Con respecto a esto, una breve licencia en el relato. Se leyó en estos días un libro donde se adjudica Apold el ser el verdadero “creador” del peronismo o de Perón. Uno, que conoce la historia se mostró sorprendido, junto a otros veteranos del peronismo histórico, y se rescató una reflexión con el respeto que se merece: “Debe haberse equivocado de protagonista, porque al peronismo y a Perón lo creó exclusivamente Perón”. 




Seguimos con la historia de Gatica, que sin duda es sumamente interesante como para que la guarden en sus archivos nuestros lectores. Perón sonrió mucho tiempo durante el diálogo mantenido con Gatica y después le dijo: “Hay que seguir trabajando, José”. Le advirtió así que la trascendente gestión gubernamental debía continuar. Este gran boxeador, odiado y querido al mismo tiempo por toda la afición deportiva, se retiró. Paseó su elegante vestimenta color verde por toda la Casa, subió a la carroza y en medio de una verdadera multitud que cortaba la calle Balcarce, saludando a su ídolo, se retiró. Una historia escondida que sale a la luz, exclusivamente por “Crónica”, en esta sección y contada por quienes fuimos testigos, con detalles únicos.




ARCHIE MOORE Y PERON EN UNA EXHIBICION

Otro gran pugilista que también estuvo en el país fue Sandy Saddler, campeón liviano que le ganó por knock out a Alfredo Prada. Recuerdo que el púgil argentino quedó casi colgado sobre las sogas, justo en el lugar donde se hallaban Perón y Evita, que tenían la impresión de que el nuestro podía aguantar hasta el final, pero la habilidad y los golpes del norteamericano dieron por tierra con el deseo presidencial y de su esposa.




En el camarín, Perón saludó a Saddler y luego hizo lo propio con Alfredo Prada. Perón, vale la acotación, no se perdía un solo sábado en el Luna Park. Después de la muerte de Evita, todo cambió. Sólo recibía a los grandes deportistas en la Rosada o en Olivos. En este caso, la presencia de otro exitoso boxeador norteamericano que vino dos veces a Buenos Aires Archie Moore; la primera en 1951 y la segunda en 1953. Se hizo muy amigo de Perón y almorzó con él en la quinta presidencial de Olivos. 



Nadie sabe -sólo nosotros, por interpósita persona- que en la quinta presidencial se improvisó un ring y en medio de un grupo de gente del gobierno y deportistas, muy pocos, el pugilista del norte hizo una exhibición. ¿Saben con quién? Pues bien, aquí va: con Juan Perón. Sí: el gran líder, amante del deporte de los puños y conocedor de muchos detalles del tradicional deporte, lo había adoptado durante su paso por la carrera militar.




 
LOS ALCAUCILES, “FUEGO ARRIBA Y FUEGO ABAJO”

Por supuesto que los aplausos coronaron el encuentro de ficción donde Archie Moore exhibió siempre su calidad de gran campeón, título que logró después en 1953 ante Joe Maxim, y al regreso a Buenos Aires le regaló la bata del máximo certamen al líder argentino. Pero quedaba algo en el tintero que también es una verdadera perlita exclusiva de aquellos que pudimos ser testigos de hechos como éstos, fuera de cualquier agenda oficial o protocolo.



 Le habían dicho que a Perón le gustaba saborear los alcauciles “fuego arriba y fuego abajo” (así se lo calificaba antaño cuando las comidas se cocinaban con carbón debajo de la cacerola y carbón arriba de la tapa). Salían exquisitos. Nélida de Miguel se los preparó una vez al general. Parece que al boxeador le impactó. Le sirvieron un plato con exquisitas alcachofas combinadas con una salsa especial, lo cual derivó en que pidiera “algunas más”.Nosotros también, porque fuimos invitados a quedarnos. 




Para recordar: en todos estos eventos la mayoría de los mandatarios, siempre que aparecen invitados de esta naturaleza o personalidades del mundo artístico, cabe una invitación a los periodistas a permanecer. Era una gentileza que en los últimos diez años se dejó de lado, como se advirtió, también, la ausencia absoluta de información, que para el cronista es lo más trascendente, porque el fuego sagrado de la profesión supera cualquier indicio de apetito. Un agregado final: estoy recibiendo en mi mail numerosos mensajes de aceptación de todas estas notas que, según expresan, “sirven para enterarnos de hechos desconocidos que no sólo incorporan en el texto cuestiones específicas de política, sino esos matices que muchas veces alcanzan un tono festivo y le dan un color distinto a todo relato de muchos episodios hasta ahora desconocidos”. Gracias por el respaldo. Hasta la semana que viene.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario