enero 15, 2014

HISTORIAS DE VIDA QUE MERECEN SER CONTADAS

SERGIO SCHULMEISTER EN EL RECUERDO


En esta entrega de "UNA CARICIA AL ALMA" voy a compartir esta historia sobre SERGIO SCHULMEISTER que encontre en el BLOG: DEFELANDIA.COM.AR que aquì transcribo para mis seguidores:



Un recuerdo durísimo, pero necesario para no olvidar, sobre uno de los jugadores más queridos de Defe en los últimos 20 años: Sergio Schulmeister. Esta nota, publicada en Clarín en octubre de 2001, es posterior a su primer intento de suicido, que había sido un mes antes. Todos sabemos cómo terminó la historia, en 2003.


Acá, al menos, recordamos cómo la peleó Sergio, que siempre estará en nuestros corazones. Porque en Defe nunca te olvidamos ni te olvidaremos, Schummy querido.

 

Por nada del mundo menciona la palabra suicidio. Directamente, la descartó por completo de su vocabulario. Y dice que cuando se la nombran, un "espantoso frío" le recorre el cuerpo, se le "contracturan" los músculos de tanto nervio y le sudan las manos. Esas mismas manos a las que, de muy pequeño, le apostó todo su futuro...





El lunes 24 de setiembre de 2001 parecía un día más en la vida de Sergio Schulmeister, hoy arquero de Atlético Rafaela. Pero tras agarrar, sin saber por qué ese cuchillo, casi fue su último día. Estaba en su casa de Boedo, luchando contra una rebelde lesión. En el debut en Rafaela chocó con Alejandro Abaurre y se golpeó feo su rodilla derecha. "Es una lesión rarísima. Me afectó un nervio y el ligamento.





La pierna me flamea. Los únicos antecedentes son los casos de Héctor Enrique y Kopriva", aclara. El segundo partido, lo jugó en una pierna. Pero no quería faltar porque desde que debutó en la Primera de Defensores de Belgrano —a fines del 96— tuvo asistencia perfecta. No faltó a ningún partido, ni en Defe ni en San Miguel. Nunca una lesión y nunca una roja. Pero en el tercer encuentro frente a Defensa y Justicia no aguantó más el dolor y pidió el cambio...




Este es el principio del calvario. Porque no sólo la lesión lo perturbaba. Se tragó sin decir ni mu que le enmarañaran su pase. Sus dedos acusatorios apuntan a Jorge Di Capua (ex gerenciador de San Miguel) y Roberto Travi (hombre fuerte del club del Oeste). Sufrió horrores porque lo mandaron a pasear a México: estuvo un mes entrenándose en el Morelia pero los mexicanos no estaban interesados en contratarlo. Se sintió defraudado por las promesas incumplidas de Agremiados. Le dolió en el alma haberse ido al descenso con San Miguel. No aguantó más nada y explotó.





Ya entraba la noche de ese 24, cuando estaba frente a la tele, mirando un partido que no recuerda entre quiénes era. Estaba solo. Beatriz —su pareja desde hace dos años— había salido. En este contexto tomó la determinación que él mismo relata: "Empecé a pensar, se me vinieron muchas cosas a la cabeza, todos los problemas que tuve en los últimos tiempos. En la mesa había una torta y al lado un cuchillo de esos tipo serruchito. Me enceguecí, empecé a transpirar y de golpe lo agarré y me hice un tajo en la parte izquierda del cuello. Me quedé sentado, shockeado y la sangre me chorreaba. Yo veía lo que me estaba pasando pero no podía reaccionar. Quedé inmóvil. Hasta que llegó Beatriz..."





Explica que el médico que lo revisó le dijo que el corte no había sido profundo pero que igual lo tenían que trasladar. "Me llevaron al Durán y todos me miraban cruzado... Intervino la policía, me preguntaron si me drogaba o si tomaba alcohol. Y después de todos esos trámites me derivaron al Mitre, donde me dejaron la noche con un policía que no me abandonó solo ni un segundo. El martes me llevaron a un psiquiátrico. Me quisieron dejar adentro. Pero me dieron permiso para irme".






Siente vergüenza por lo que hizo, o por lo que intentó hacer. Quizá, por eso, no le de ni para levantar la cabeza del piso cuando habla del tema. "Me arrepiento de lo que hice. No quise matarme, sólo quise lastimarme. No sé qué carajo me pasó por la cabeza. No medí nada", confiesa. Y acota de inmediato: "Si la ventana estaba abierta o había un revolver en la mesa, ni me tiraba ni apretaba el gatillo... No hubiese tenido los huevos para matarme".






Schulmeister nació en Coronel Suárez el 30 de abril de 1977. Comenzó jugando al fútbol en el club Blanco y Negro. Un día faltó el arquero y como él era medio gordito lo mandaron al arco. De ahí en más no cambió de puesto. A los 9 años, cuando murió su papá Pedro tuvo que trabajar para ayudar a mamá María Luisa y a su hermano Hugo. Trabajó en una escuela de fútbol dando clases y solía vender diarios.






A los 15 se probó en Boca y quedó entre 200 arqueros. Dos años más tarde, lo dieron a préstamo a Defensores. Y al siguiente, lo dejaron libre. Para el equipo del Bajo jugó también la temporada 98/99 y luego se fue a San Miguel, donde jugó las últimas dos. Y en Rafaela está desde julio.




El sábado volvió al arco en el amistoso entre Colón y Rafaela (0 a 0). "Todavía me duele un poco, especialmente cuando le pego a la pelota, pero creo que en diez días ya estaré para volver", le dice a Clarín.




"Creo que me me van a mirar como a un bicho raro. Seguro me van a gritar cosas en la cancha. Lo importante es que yo me siento muy fuerte". Y más importante aún: volvió a confiar en sus manos.

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