julio 02, 2014

EN EL RECUERDO

A 20 AÑOS DEL ASESINATO DEL COLOMBIANO ANDRES ESCOBAR

Así recordo LA FIFA desde su página el ASESINATO de ANDRES ESCOBAR que aquí transcribo para mis lectores:



María Ester nunca olvidará aquel 2 de julio de 1994 en Los Ángeles. Era de madrugada, a esas horas en que el teléfono sólo suena cuando hay urgencias. Tardó en atender y, cuando lo hizo, sintió un nudo en el pecho. La voz temblorosa de Barrabás Gómez desde Colombia hizo el resto. “María, les tengo una muy mala noticia. A Andrés… a Andrés lo mataron”. 



Para el mundo del fútbol, Andrés era el talentoso defensor del Atlético Nacional de Medellín y la selección colombiana. Pero para María Ester, y el resto de la familia Escobar, el jugador de 27 años representaba mucho más. “Era nuestro hermanito, nuestro orgullo”, cuenta con un dejo inconfundible de nostalgia a FIFA.com. 




“A veces uno preferiría que no le recuerden a Andrés todos los días, porque es realmente muy doloroso. Pero dejó su marca y es normal que suceda”, agrega José, otro de los hermanos del defensor asesinado de seis disparos a la salida de un bar en Medellín. 



Allí, donde lo encontró la muerte, venía de defenderse de las provocaciones de otros colombianos a causa de su autogol en la cita mundialista en Estados Unidos.
Han pasado veinte años desde entonces. Veinte años implacables y dolorosos, como definen sus hermanos en Rio de Janeiro. 




Allí donde, invitados por la FIFA, se codean con sensaciones bien dispares. “Sobre todo por la forma en que empezó este Mundial, con un autogol (ndlr: el del brasileño Marcelo frente a Croacia)”, aporta María Ester. “Eso nos trae recuerdos muy tristes y dolorosos. Pero lo bueno es entender que es parte del juego, que es lo más normal que puede pasar. Nos alegramos mucho de estar aquí, de compartir toda la alegría que genera el fútbol con el resto de la gente”. 




La vida no termina aquí
El asesinato de Andrés no alejó a los Escobar del fútbol. Por el contrario. Ante cada partido de la selección cafetera en Brasil 2014, sus hermanos y sobrinos se presentan en el estadio con la camiseta nacional, el dorsal número 2 y su apellido en la espalda. Porque ‘la vida no termina aquí’, frase curiosa que utilizó Andrés cinco días antes de su muerte en un artículo de opinión en El Tiempo, en referencia a la eliminación del equipo en Estados Unidos 1994. 





Sin saberlo, ese lema se convertiría en el motor de su familia para imponerse al fantasma de su ausencia. “Veinte años es mucho tiempo, realmente muy duro. Pero yo prefiero agradecerle a Dios por habernos permitido convivir 27 años con él, por habérnoslo prestado. Sé que no fue mucho, pero fueron años importantes”, afirma María Ester, quien, visiblemente emocionada, vive con alivio el pasar estas fechas fuera de Colombia. 




“Prefería salir de Medellín, porque allí se recordará lo de Andrés en todos los noticieros, los periódicos, y se volverá muy duro. Mejor pasarlo aquí, con la familia, y realizar una misa a nuestro regreso al país”. Un país que recuerda. Y que sueña, porque su selección -en la que juegan Faryd Mondragón y Mario Yepes, ex compañeros de Escobar- está por primera vez en los cuartos de final de la Copa Mundial de la FIFA. 




“En ellos, y en el equipo, está el espíritu de Andrés”, aclaran los hermanos que, antes de despedirse, expresan a Colombia y el mundo entero lo que esperan en este 2 de julio tan particular: “El fútbol debe vivirse con intensidad, pero como un juego. Que sirva de aprendizaje para todos, que no haya violencia. El fútbol debe servir para unir al país en torno a un mensaje de paz y de amor”. 



 

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