febrero 04, 2014

HISTORIAS DE VIDA QUE MERECEN SER CONTADAS

EN EL RECUERDO : PEDRO VIVALDA 


En esta sección denominada "UNA CARICIA AL ALMA" une escrito sobre un gran arquero PEDRO VIVALDA extraída de un sitio de INTERNET, que aquì transcribo para mis lectores:




El tema, hoy, es Vivalda. El mismo que triunfó en Millonarios. Buen arquero y buen muchacho. El 4 de este mes, deprimido hasta la locura, acosado por la soledad, hizo la última volada de su vida: se arrojó al paso de un tren y se fue para el otro mundo.



Alberto Pedro Vivalda tenía 37 años, algunos problemas económicos y muchos de familia. Su suerte se mantuvo en reserva total, al punto que recién se conoció veinte días más tarde. Lo que se sabe muy poco es a través de lejanos testimonios de sus compañeros y de un representante.



Alberto casi no tenía amigos en el fútbol. Su ex apoderado se animó a decir que sufría horrores por los problemas familiares. Su mujer lo había dejado, llevándose los tres hijos del matrimonio para irse a vivir a casa de su madre, en un pueblo del interior. Su suegra, contaba, lo enloquecía.




Historias humanas que se dan. Laberintos de amargura. Y cuando no pudo más, buscó la salida de la muerte. Que parece doler más en el caso de un personaje del fútbol, del deporte, que llegó a darle alegría a mucha gente.




Hace tiempo que Vivalda estaba acosado por el fantasma de la locura, que suele entrar al cerebro por la puerta que abre la depresión. Un ex futbolista de Ferro, el penúltimo club donde jugó, me contó hace mas de un año que estaba asistiendo a un instituto siquiátrico, con problemas depresivos.



Crónica de una muerte anunciada.



Se había quejado del final de su campaña también. De club en club, equipos chicos, retiro prematuro. El, que había empezado en River con tan buenos augurios, que le fue tan bien en Chacarita, en Racing, en Millonarios.



El año pasado, uno de los últimos personajes del ambiente que lo vio fue Acuña, volante de Belgrano, que lo conoció en la época de Ferro. Lo cruzó en la calle. Vivalda le ofreció un apartamento que tenía en el barrio Caballito. Lo vio un tanto desesperado, como que se lo quiso vender a la fuerza.



Fue hace diez meses. Nadie más supo de la suerte del arquero, que es una forma de decir, qué suerte puede tener un hombre acorralado por la angustia, acosado por la soledad.




Sabe Dios los percances de su mente. Si el culpable es él o su familia, si el verdugo es la suegra, la maldita de la película según relata la magra investigación periodística.
Cuenta la historia que un hombre llega a una funeraria y pide un servicio funerario para su suegra, fallecida de muerte natural.


El funebrero pregunta: Qué servicio desea.

Cómo qué servicio?


Claro, desea embalsamarla, cremarla o enterrarla?


El hombre lo piensa un momento y responde: No corramos riesgos. Las tres cosas... .



Publicación
eltiempo.com
Sección
Otros
Fecha de publicación
27 de febrero de 1994
Autor
JORGE BARRAZA

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