mayo 11, 2017

SE VIENE EL SUPER CLASICO

ALGUNAS PERLITAS PARA RECORDAR

Estas son algunas perlitas para recordar de el sùper clàsico del fùtbol argentino, extraìdas del sitio TELAM:


El 23 de diciembre de 1928 se produjo un hecho único y hasta aquí jamás superado. Ese día, por una jornada del torneo Amateur, Boca humilló como visitante a River en un partido rarísimo. Domingo Tarasconi abrió la cuenta a los 3 minutos. Cuando promediaba la primera mitad, dos jugadores de River, Gerónimo Uriarte y Alejandro Giglio, fueron a buscar un centro en un corner, se cabecearon entre sí y ambos quedaron nocaut, con traumatismo de cráneo. Los locales siguieron jugando con 9 (aún no existían los cambios) y el xeneize no tuvo piedad: Esteban Kuko y Roberto Cherro anotaron dos goles cada uno y establecieron el 5 a 0. Cuando quedaban 10 minutos, otro jugador de River, Francisco Gondar, también dejó la cancha desmayado, esta vez como consecuencia de un pelotazo tremendo en el estómago. Once contra ocho, Tarasconi cerró el histórico "set" superclásico y poco después, el árbitro dio por finalizado el encuentro, pese a que aún faltaban poco menos de 10 minutos por jugarse. 



 Boca hace de local en el Monumental y "recibe" a… ¡River! En el tan insólito como nefasto 1984 a Boca le pasó de todo. Como tenía la Bombonera clausurada, el xeneize le alquiló el Monumental en varias ocasiones a su "primo". Y el 26 de junio, por el campeonato Metropolitano, llegó el colmo: Boca "recibió" a River en Núñez. El inédito partido terminó 1 a 1 con otra curiosidad: los dos goles fueron convertidos por jugadores del club de la Ribera: Ariel Krasouski, a favor, e Ivar Stafuza, en contra. 




 La insólita expulsión de Silvio Marzolini El superclásico del 12 de marzo de 1972, por la primera fecha del Metropolitano en el Monumental fue una fiesta de Boca. El equipo xeneize era muy superior a River. Según el árbitro Juan Carlos Rodríguez, tanto Ramón Ponce como Hugo Curioni provocaban a los hinchas locales en cada uno de los festejos de sus respectivos goles (hicieron dos cada uno y el partido terminó 4 a 0). El juez le advirtió al capitán visitante, Silvio Marzolini, que no iba a tolerar un exceso más. Cuando llegó el cuarto de Boca, el rubio defensor poco pudo hacer para evitar que los jugadores xeneizes gozaran como nunca y el juez le mostró la tarjeta roja, como castigo por el festejo de sus compañeros. 





 La mitad menos uno (de extranjeros) De los 22 jugadores que iniciaron el River-Boca del 6 de agosto de 1961, sólo 10 eran extranjeros. En el Millo jugaron los brasileños Delem, Roberto y Moacyr Pinto, el español Pepillo y el uruguayo Domingo Pérez, mientras que el xeneize puso entre sus once a los brasileños Dino Sani, Paulo Valentim, Maurinho y Orlando, y al peruano Víctor Benítez. El resultado fue 2 a 2, y como no podía ser de otra manera, los goles no fueron convertidos por futbolistas argentinos (Moacyr y Pepillo para los locales, y Benítez y Valentim, para la visita). 





 El superclásico ¿de Avellaneda? Luego de sus respectivas fundaciones en la Boca, tanto el equipo xeneize como River se mudaron a Avellaneda por problemas económicos. Los rojiblancos se asentaron en Sarandí y los azul y oro, en Wilde. En ambos casos, la merma de hinchas y las complicaciones de los "players" para llegar a destino, provocaron que ambos clubes regresen a sus pagos originales. De haber prosperado esas mudanzas, el Superclásico hubiera cambiado de localidad. 



 Boca-River for export A lo largo de la historia, sólo en cuatro ocasiones el superclásico se jugó fuera de la Argentina. La estadística en este caso es bien pareja: Boca ganó en Montevideo en 1955 y 1984, y River celebró en la capital uruguaya en 1978 y en ¡Miami!, en 2002. Este último fue un partido áspero, con patadas, insultos, dos expulsados y una definición agónica, ya que el Millo perdía 1 a 0 (gol de Battaglia) hasta los 88, y lo dio vuelta sobre el final, con goles de Matías Lequi y Juan Pablo Raponi. 




 El día que Di Stéfano reemplazó a Amadeo Carrizo 30 de julio de 1949, River y Boca protagonizan en el Monumental un superclásico caliente. Ambos ocupan los últimos dos lugares de la tabla de posición... De pronto, ocurre lo impensado: el gran Amadeo Carrizo cae desvanecido por un golpe en el hígado y debe salir para que lo atiendan. River se queda sin arquero, y es Alfredo Di Stéfano el que se para bajo los tres palos y lo cuida durante seis largos minutos, hasta que el arquero se recupera y cada uno recupera su lugar en el campo. El partido lo ganó River 1 a 0, con gol de Labruna. 




 El inigualable Menéndez Boca campeón del 64 Boca campeón del 64. Foto: Archivo Nadie en la historia de los superclásicos pudo alcanzar la marca de Norberto Menéndez. El delantero es el único que se consagró tres veces campeón con la camiseta de River y otras tantas con la de Boca. Defendiendo los colores del Millo, el Beto formó parte del tricampeonato del ´55, ´56 y ´57. Años más tarde, en 1961 se incorporó al xeneize, donde sumó a su exitosa carrera tres vueltas olímpicas más, por los torneos de 1962, 1964 y 1965. En resumen, Menéndez marcó 7 goles en superclásicos: cinco para River (8 PJ) y dos para Boca (6 PJ). 





 La única final De los  enfrentamientos oficiales que llevan disputados River y Boca, sólo en una ocasión disputaron una final de un torneo.El extraño hecho se dio en la definición del Nacional de 1976, cuando el 22 de diciembre se vieron las caras en la cancha de Racing. El partido terminó 1 a 0, con una avivada de Rubén Suñé, que pateó un tiro libre mientras Ubaldo Fillol acomodaba la barrera, algo que el ejecutante nunca había solicitado. El árbitro Arturo Ithurralde marcó el centro de la cancha y Boca sumó tal vez la estrella más celebrada de su escudo. 





 El gol ilegal de Martín Palermo en Mar del Plata Superclásico de verano 2008. Poco en juego y equipos que buscan aún la plenitud física en el medio de la habitual pretemporada estival. La jugada prácticamente pasó desapercibida. Juan Román Riquelme pateó al arco un tiro libre desde un lugar incómodo, la pelota sorprendió a Juan Pablo Carrizo, que salió a buscar el centro, volvió sobre sus pasos y desvió el balón, que salió despedido para arriba, perpendicular al suelo. Sin arquero, Martín Palermo esperó que baje la pelota, saltó, se tomó del travesaño y la mandó a la red de cabeza. El Titán y JR salieron corriendo a celebrar, mientras los jugadores de River reclamaban que la pelota no había ingresado. Sin embargo, el problema estaba en otro asunto: según el reglamento, un jugador no puede ayudarse de los palos para sacar ventaja y convertir un gol. En síntesis, el tanto debió haber sido anulado por el árbitro Héctor Baldassi.

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