febrero 05, 2014

SE VIENE LA NEUQUEN CUP


ARIEL ORTEGA EL PADRINO DE LA NEUQUEN CUP

Como todos sabemos ARIEL “EL BURITO” ORTEGA es el padrino de esta Neuquén Cup, aquí un poema en honor a este gran jugador que aquí compartimos



Corazón de Burro

De: Matías E. Mansilla. 5-5-2007.

Cuenta la historia que un día.
Allá en Ledesma, en una pequeña ciudad.
Con alma de diablo y cintura de zorro,
con pasión en sus venas y simple humildad.




Esa misma historia jujeña,
en ese tibio marzo del setenta y cuatro.
Contaba que el mundo traía
una pizca de picardía para disfrutar de a ratos.





Con solo 17 años en su andar,
y miles de locuras en su trayecto.
Un Kaiser lo llamaba para concentrar
y en ese 91 se le cumplía un sueño.





Sueño de toda una vida,
sueños soñados en la lejanía del Potrero.
¿Quién se podía imaginar que ese pibe tan travieso…
hoy sería una figura del mundo entero?





Poco a poco, gambeta a gambeta
llegó otra fantasía, llamada Selección.
La Argentina necesitaba reemplazante.
Y Diego dejó la 10 en su honor.





Pavada de responsabilidad le tocaba al Burro,
pero entre talento, lujuria y polémicas cumplió.
3 mundiales en su haber
un cabezazo, varios golazos y la explosión.





La banda roja le dio todo;
pero con el tiempo, Ariel se lo devolvió.
Sin nada más por ganar y prometiendo algún día regresar
lo esperaba Italia, lo esperaba el furor.





Europa no le brindó lo merecido.
Europa no lo supo disfrutar.
Fueron desagradecidos y lo dejaron en medio de un camino
que a muchos les costaría retomar.





Ariel dijo… “todavía me queda magia”
y de mi casa nunca me van a echar.
Esa casa llamada Monumental
otra vez se volvería a deleitar.





Volvió para ser campeón, en los mediados del 2001
con Un Tolo, 4 fantásticos y miles de metas.
Ortega volvía a River.
La Banda Roja otra vez era su camiseta.





Ya no estaba el Tolo
pero se reencontró con el Pelado.
Formó un equipo envidiable y campeón
y cumplido su objetivo, la revancha europea era su mandado.





Para eso emigró a Turquía,
un fútbol que nunca pareció entenderlo.
Los europeos otra vez lo tiraron al suelo
pero El Burro una vez más volvió a vencerlos.






Con disturbios políticos,
en River no se lo respetó.
Ariel volvió a jugar al fútbol.
pero ya otros eran su color.





Así no tenía cuidado,
en un club en el que lo tenían por el fango.
el Mundo Ortega generaba
pero en River se seguía extrañando.






Pasaban las temporadas
y El Burrito seguía teñido de rojo y negro.
Ya nadie entendía nada.
Un gol, un festejo y parecía que se rompía el sueño.





Pasadas esas situaciones
en River casi que se desistía a volverlo a ver.
El amor fue más fuerte que el engaño
y otra vez regresó, a mediados del Dos Mil Seis.





Así está ahora,
envueltos en más polémicas que en su glorioso pasado.
Pero aún soñamos con verlo
con esa picardía de los primeros años.





Se que es irritante:
Los mismos que te halagaban hoy te aniquilan.
Aunque no tengo dudas que este Burro
todavía tiene vida.





Con cariño y desde el alma,
con humildad y con entrega.
Gigante Dormido: gambetea esta molestia.
Gracias por tu nobleza, Ariel Arnaldo Ortega.



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