junio 22, 2018

LA REPERCUSIÓN DE LA DERROTA ANTE CROACIA

LA SITUACIÓN DE SAMPAOLI

SAMPAOLI y su situación tras la derrota ante CROACIA 3-0 de acuerdo a lo publicado por el diario LA NACIÓN:



Ya no hay lugar para las posturas elegantes. La pelota se va apenas afuera y Jorge Sampaoli mete la puntita de su pie derecho para evitar que Sime Vrsaljko la patee más lejos. El defensor croata se indigna y empieza a señalarlo con la mano derecha, mientras se aleja. 

Sampaoli le contesta ya a la distancia, mientras el juego sigue. En la acción siguiente el señor del banco tirará el saco a un costado y los tatuajes de sus brazos quedarán a la vista. El escenario no puede ser peor: la selección es puro nervio y pierde por 1-0, un resultado que deja la clasificación a octavos de final en manos de otros. Pero sí, la cosa empeora cuando Luka Modric recorta hacia la derecha y mete la pelota contra el palo izquierdo del, a esa altura de la noche, entregado arquero argentino. ¿Y ahora qué? Ni el debut en el Mundial de Dybala, recién ingresado, ni el mejor del mundo ni nada cambiará esta noche negra. Negrísima.

El 3-0 final encontrará a Sampaoli sentado al fin, sin fuerzas ni ánimos para hacer ni un comentario más. Ya levantó los brazos pidiendo una reacción, ya vio como una botella plástica le pasaba cerca, lanzada por un hincha argentino con la camiseta 10. 


Tal vez escuche que desde una de las tribunas improvisan un cantito insultándolo. O no, pero qué importa: no necesita más para sentir que la debacle acecha. Y que los que vienen serán días pesados, invivibles, pero incluso mejores que los que pueden sobrevenir a un adiós prematuro del Mundial. Se para rápido cuando el árbitro acaba con este suplicio y el estadio se lo traga.

Antes, mucho antes, hubo un partido que debía ser un salto hacia adelante, pero fue un paso más hacia el precipicio. Grita Sampaoli, y vaya a saber si Toto Salvio lo escucha. Es la segunda vez en seis minutos que Croacia explota con un pase cruzado ese espacio que el volante argentino debe cubrir. 


El casi gol le hincha las venas al DT, que enseguida recibe el apoyo logístico de Sebastián Beccacece, rápido para saltar del banco y ponerse a hablar con su jefe. El asistente, todo de blanco, se tapa la boca con la mano, igual que hacen los jugadores. ¿Para que no le lea los labios Rakitic, que juega en Barcelona y habla español perfectamente? Difícil que esté pensando en eso, parece más bien un tic copiado.


La escena es interesante: el segundo del banco argentino se pone a la par del primero, en un día especial, marcado por versiones de desencuentros entre ambos por el armado del equipo. "Nada que ver, están bien", habían descartado durante la mañana de este jueves nervioso, con clima de final anticipada, desde el hotel de la selección. 


Como sea, Beccacece tiene cosas para decir porque si Salvio no cerró bien, como en la jugada siguiente tampoco lo hará Acuña en la otra banda, algo de la responsabilidad le pertenece: fue él quien convenció a Sampaoli de la bondad de encarar este partido con una línea de tres en el fondo. Coordinación, ayudas, ensamble: todo eso hace falta para que salga bien, pero la selección preparó este Mundial para defender con cuatro. Futbolistas de élite al fin, el cambio repentino no debería alterarlos, pero se nota que no sale con sencillez lo planeado.


Pasan los minutos y la Argentina se acomoda mejor, maneja la pelota de a ratos, escala en el campo. Sampaoli, remera negra debajo del saco ídem, da pasos cortitos por el corralito de los técnicos, aunque al rato no se aguanta y lo salta: se va encima de la línea de la cancha hasta que el cuarto árbitro, el tahitiano Norbert Hauata, lo convence de volver a su lugar. 


No se sentará por un rato largo, los nervios no se lo van a permitir. Mucho menos después del gol de Rebic, la consecuencia de un error de Willy Caballero que el arquero no olvidará en su vida. Justo en ese momento, el técnico había ordenado el ingreso de Higuaín por Agüero: 9 por 9, para ver si el ajuste de piezas gestaba el gol. Después vendría Dybala, también Pavón, un esquema de urgencia 4-2-4 con Messi presente pero ausente... Nada cambiará un final doloroso, impensado pero real: a Sampaoli, la oportunidad que tanto esperó está a punto de escurrírsele entre sus dedos temblorosos.

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